viernes, 5 de febrero de 2016

¿Se trata de mi o de Él?



No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.  Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre sino del mundo. I Juan 2:15-16

Muchas veces, aun siendo cristianas, queremos tomar las riendas de nuestras vidas y hacemos a un lado la voluntad de Dios; fácilmente sucumbimos ante las pruebas, las presiones del mundo, nuestros deseos, los deseos de la carne, la vanagloria de la vida; y se nos olvida el propósito para el cual fuimos creadas, que es llevarle honra y gloria a Dios.

Cuando enciendes el televisor, los anuncios publicitarios te llenan la cabeza de un sinfín de necesidades irreales, que empiezas a divagar en tu interior y a pensar: “si no me graduó en tal universidad, de tal carrera, no tendré mejores oportunidades”, “sino encuentro el hombre que resuelva mi vida y necesidades, no podré salir adelante”, “debo valerme por mi misma, no necesito a nadie para hacerlo”, “esa es mi casa soñada”.

Una frase de la filosofía de este mundo es: Vive la vida, porque se vive una sola vez”; muchas personas empeñan su vida en el trabajo, para poder adquirir todas aquellas cosas que desean, aunque no tengan tiempo suficiente para disfrutarlas. ¿Será eso lo que Dios quiere para tu vida? Sin duda alguna, NO. Jesús le dijo a sus discípulos:

Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma. Marcos 8:36.

Los hijos de Dios en general, somos peregrinos, no estamos para hacernos un gran nombre en esta Tierra o para acumular bienes y posesiones (ojo, tampoco estoy promoviendo el conformismo). Dios quiere que vivas para darle honra y gloria, la vida que tienes no es tuya, le pertenece a Él. Isaías 43:7, dice:

Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.

Juan el Bautista fue un gran profeta, el sabía que desde el vientre de su madre había sido apartado para abrirle el camino al Mesías, vivió con el propósito que le fue encomendado hasta el día de su muerte. En una ocasión sus discípulos fueron a decirle que los discípulos de Jesús estaban bautizando igual que él y que la gente iba a buscarle, ¿qué les dijo Juan?...


 “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe. Juan 3:30”.

El pecado más antiguo aun antes que existiera la humanidad es “la vanagloria, fue lo que provocó la caída de Satanás; por ello, es necesario que cada día busquemos menguar y que Jesucristo pueda crecer en nuestras vidas, porque la vanagloria, forma parte de nuestro ADN de la naturaleza pecaminosa que todavía tenemos.

Aun Jesucristo cuando vino, no se llamó ni se hizo así mismo rey, todo lo contrario, poseyéndolo todo, vivió y sufrió por amor a nosotras. En una ocasión, Jesús, les dijo a los judíos: “El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca… Juan 7:18”; también les dijo: “Pero yo no busco mi gloria… Juan 8:50”. ¿Por qué habríamos nosotras entonces quedarnos con su gloria o buscar nuestra propia gloria?

No vivamos egoístamente porque no se trata de ti ni de mi,
 se trata de vivir para glorificarlo a Él.

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Marcos 8:34

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