martes, 23 de febrero de 2016

Lista para la batalla



Por tanto, echen mano de toda la armadura de Dios para que, cuando llegue el día malo, puedan resistir hasta el fin y permanecer firmes. Efesios 6:13


La armadura que Dios nos ha proporcionado, instruyéndonos para que nos la pongamos, es el elemento primordial y fundamental para protegernos de Satanás y sus ataques. Cuando nos ponemos la armadura de Dios, en realidad nos revestimos de Cristo (Romanos 13:12-14), y al revestirnos de Cristo estamos listas para poder emprender la batalla.


Imaginate por un momento que salieras de tu casa a hacer tus labores cotidianas desnuda o sin zapatos o sin blusa, sin duda alguna te sentirías vulnerable. Lo mismo siente nuestro Espíritu cuando no nos ponemos completamente la armadura. La armadura de Dios no es algo que se pueda usar sólo por piezas, o lo que nos guste, debe ser usada totalmente para ser efectiva.




El cinturón de la verdad

Por tanto, manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad... Efesios 6:14

La primera pieza de la armadura de Dios es el cinturón de la verdad. Jesucristo dijo que él es la verdad (Juan 14:6), y como Cristo está en nosotras, la verdad permanece en nosotras. Sin embargo, no siempre es fácil decir la verdad, pués esta bajo continuo ataque por el arma principal del enemigo que es la mentira.

Si el Enemigo logra desarmarnos en el área de la verdad, nos volvemos blanco fácil para sus ataques, ya que el cinturón sostiene la armadura. Cuando aprendemos a vivir diariamente de acuerdo a la verdad, no tendremos nada que esconder, pues todo lo que hagamos estará a plena luz.


La coraza de justicia

Revestidos con la coraza de justicia. Efesios 6:14

Somos justificadas ante Dios por medio de la salvación. Así que, cuando el Enemigo nos lance un dardo diciendo: "No eres lo suficientemente buena para ser hija de Dios", debemos responderle lo que el apóstol Pablo "Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica (Romanos 8:33). Cristo nos ha justificado y nadie puede acusarnos.

La coraza, es lo que protege nuestro corazón de los dardos del enemigo, por ello, debemos estar firmes en la justicia de Dios que nos exige vivir en continuo acuerdo con lo que Él nos dice en su Palabra. Nuestra relación con Dios y el destino eterno no están en juego cuando pecamos, sino que arriesgamos nuestra victoria diaria sobre el padre de mentira y dejamos vulnerable nuestro corazón para que sus dardos penetren y lo contaminen.


El calzado de la paz

y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz. Efesios 6;15

Jesús es el Príncipe de Paz y su paz debe morar y gobernar en nuestros corazones si queremos vivir triunfantes. Dios desea que llevemos su mensaje de paz y que actuemos con aquellos que no lo conocen como pacificadoras.

El calzado de la paz es protección contra los dardos divisivos del diablo, especialmente cuando queremos actuar como pacificadoras, debemos fomentar la comunión y la reconciliación entre nosotras. Jesús dijo: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9)

Si no estamos calzadas apropiadamente para la batalla, nuestro mensaje se perderá fácilmente entre las distracciones que el Enemigo nos ponga en el camino.



El escudo de la fe

Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar todas las flechas incendiarias del maligno. Efesios 6:16

El tamaño de nuestro escudo de la fe, depende precisamente del tamaño de nuestra fe. Si tu fe es poca, tú escudo no podrá protegerte de los ataques, el enemigo de dará con todo, te debilitará y te aniquilará sin piedad. Esos ataques feroces son mentiras, acusaciones o tentaciones que bombardean nuestra mente.

Nuestra fe se basa en lo que creemos, mientras más conozcamos a Dios y su Palabra más fe tendremos. Recuerda, "sin fe es imposible agradar a Dios". Todas luchamos diariamente con pensamientos malos y acusaciones, pero si estamos bien cimentadas en la fe, esos dardos rebotarán en nuestro escudo.




El casco de la Salvación

Cúbranse con con casco de la salvación. Efesios 6:17

El yelmo o el casco de la salvación nos garantiza la victoria eterna. En esta metáfora de la armadura, el casco, cubre la parte más crítica de nuestra anatomía "la mente". Las mente es precisamente, donde se libran las más grandes batallas espirituales.

Diariamente luchamos con el mundo, los deseos de nuestra carne y con Sátanas; debemos estar firmes al saber que no perdemos la salvación, que no es algo fluctuante o que se nos quita si perdemos una batalla. Todo lo contrario, la salvación es lo que nos da la seguridad de que vale la pena pelear la buena batalla.

Debemos vivir conscientemente de quiénes somos en Cristo, de lo que Él piensa de nosotras, del propósito que tiene para nuestras vidas y no dejar que otras creencias cuestionen esa posición.



La espada es la Palabra

... y esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. 
Efesios 6:17

Debemos defendernos de los ataques del enemigo hablando, atesorando, meditando, escudriñando la Palabra de Dios. El tamaño de nuestra espada depende de cuanto conozcamos a Dios. ¿Cómo vamos a defendernos de un ataque, sino conocemos el verso preciso que nos ayude a eliminarlo?

Recuerda que aún a Satanás no le es desconocida la Palabra, cuando tentó a Jesús en el desierto le resaltó pasajes bíblicos, los cuales Jesús pudo contraatacar con la misma Palabra. Nuestra espada debe estar bien afilada y lista para saber que responder ante los ataques que enfrentemos.

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