miércoles, 16 de diciembre de 2015

Regalos decepcionantes




La Navidad está a las puertas, y eso significa regalos. Cuando un regalo es lo esperado es una agradable sorpresa o un anhelado tesoro, hasta ahí, todo está bien. El que da es feliz, el beneficiario está encantado, el árbol parece ser más grande y más brillante. Pero cuando el regalo deseado no aparece, el árbol es de alguna manera no tan bonito y el ánimo está apagado. Y, por supuesto, la decepción de los regalos no se limita a los niños, mamá y papá pueden conocer este dolor también.


No recibir el regalo que es deseado puede suceder por varias razones. El presupuesto, la falta de buen gusto, desconocimiento de la persona que lo da, falta de contentamiento de la persona que lo recibe. Este tipo de decepción puede ser abordada con una dosis de realidad amorosa, la cual debe darse mucho antes de Navidad. A veces, el dador simplemente no esta al tanto de lo que está pasando dentro de la persona a quien le está dando el regalo.


Sin embargo, existe otro motivo de decepción. Es el problema de las expectativas poco realistas, impulsada por el egoísmo o autocompasión. Este tipo de decepción no puede ser resuelto por la sensibilidad o una dosis de realidad. En este caso el regalo que se le dio no es suficiente. No hay ninguna gratitud. No hay alegría al ver que otros reciben regalos. Este es un problema grave.


Este tipo de decepción es un importante problema de corazón. Si encuentras este tipo de decepción en la mañana de Navidad, medita en estar agradecida por tener la gracia de Dios. Entonces, trata de usar esta misma gracia para ayudarte a traer a la realidad del Evangelio lo que recibiste.

Los niños son bombardeados cerca de está época con diferentes tipos de juguetes o ropa, sus espectativas son muy altas y anhelan recibir algo que vieron en la televisión o que está de moda. Si está decepción la sufren tus hijos, enséñales a tener contentamiento y esperar en Dios, a estar agradecidos aunque no reciban lo que esperan. Algo que amo de mis hijos, es su contentamiento y Dios lo ha premiado. Hace algunos días, alguien de nuestra Iglesia les regalo un Wii en perfectas condiciones. Conversando con mi esposo, decíamos "nosotros ni siquiera uno de segunda mano le hubiéramos podido regalar uno en sus vidas". ¡Que bendición!


Puede ser especial ver el deleite que causan los regalos materiales. Pero los padres de familia, deben liderar el camino y mostrar su placer por el regalo del Evangelio. Es cierto que muchas veces no recibimos lo que queremos. Pero esta decepción debe ser moderada por la alegría de recibir el regalo del Evangelio. Debemos valorar los regalos que no se llevan a cabo de acuerdo a las espectativas anheladas. Cuando veas decepción por las cuestiones de la vida cotidiana en sus hijos, puedes esperar verlo de nuevo en la mañana de navidad. La alegría que se centra en Cristo y las causas para el deleite de los que amamos es contagioso. Valora el Evangelio por lo que es, el mejor regalo de todos.

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