Así que teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 1 Timoteo 6:8
Mis hijos son unos niños muy nobles, es la cualidad que a mi esposo y a mi nos alegra el corazón. Hace algunos días mi hija de 10 años tenía el deseo de comprarle una cometa a su hermano de 8 años. Tenía dinero ahorrado y podía hacerlo, la cometa no costaba mucho pero valía casi todo lo que ella había ahorrado, así que la compró y se la obsequió, provocando en él una inmensa alegría.
Antes de que inicie la Navidad, con mi esposo los preparamos porque ellos sueñan con algún juguete de los que salen en los anuncios de televisión. Por lo general, les decimos que vamos a orar porque Dios es el que provee, y ya sea lo que ellos quieren, otro o ningún juguete, siempre estarán contentos y agradecidos con Dios. Y ha dado resultado, nunca los verás tristes por no haber recibido lo que querían.
La clave que hemos usado con mi esposo, es enseñarles que Dios es el que provee. Siempre que ellos desean algo, les decimos "ore, para que Dios provea". La vida da muchos vueltas y tiene muchos cambios, hay momentos de bonanza y hay momentos de austeridad. Imagina por un momento si tus hijos siempre están acostumbrados a recibir buenas cosas y llega un momento en que no puedes dárselas y quedan mal acostumbrados.
Recuerdo una etapa de mi niñez en que vivíamos con mis padres en una zona residencial muy exclusiva y mi papá tenía un negocio floreciente. Pero la mala administración lo llevó a perderlo todo, inclusive la casa. Y de vivir cómodamente nos fuimos a vivir a una zona rural donde había agua potable solo un par de días al mes.
Mi hermano mayor no podía asimilarlo, como el estaba adolescente se rebelo a nuestra realidad y prefirió enlistarse en las Fuerzas Armadas, se avergonzaba ante sus amigos que supieran donde vivía.
Fueron momentos muy duros y difíciles los que pasamos por muchos años, pero considero que en parte esa experiencia con mis padres me enseño a contentarme cualquiera sea mi situación. No ha sido fácil, pero me ha llenado de satisfacción y tranquilidad.
No criemos a nuestros hijos como si se merecieran todo, seamos sabias en su crianza, porque ellos algún momento recibirán los reveses de la vida y deben estar preparados para tener contentamiento y gratitud, si no se volverán amargados e inconformes hacia ti y hacia Dios.
Enséñales que hay más satisfacción en dar que en recibir, porque es lo que a Dios le agrada. Enséñales a ser dadivosos, a obsequiar de vez en cuando sus propios juguetes, eso les ayudará a no ser egoístas. Sé de ejemplo en gratitud y contentamiento.
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19
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