martes, 7 de mayo de 2013

Lo que Toda Madre Desea Ver en sus Hijos


Mis Hijos sirviendo junto a unos amiguitos en el Programa Navideño del 2011


Te levantas por la mañana, llegas a la sala y vez todo en orden; vas al cuarto de los niños y no hay juguetes, ni zapatos regados, ni camas desarregladas; vas a la cocina y miras los platos limpios y un delicioso desayuno servido… ¿Qué sucedió, es acaso un sueño o estás en una dimensión desconocida?

Probablemente sí, todavía estás dormida. Seamos realistas, nuestras mañanas comienzan como si hubiese pasado un tornado; con juguetes, zapatos y ropa distribuida alrededor de la sala o los dormitorios, con el lavatrastos con los platos de la cena y unos hambrientos chiquitines que te dicen una y otra vez ¡mami, tengo hambre!

Encontré un pasaje en Isaías 28:9-10, que dice:

¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿A los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandado sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea sobre línea, otro poquito allá”.

Dios, le estaba diciendo al pueblo de Israel que como niños de pecho había querido instruirlos y no habían querido obedecerlo. La enseñanza que este verso me dejo, es que desde ese preciso momento debemos comenzar a instruir a nuestros hijos.

Mi esposo lindo es organizado y ordenado (colérico-melancólico), yo soy todo lo opuesto como flemática soy desordenada a más no poder. Antes ibas a encontrar mis materiales de labores o el libro que estaba leyendo en un sillón o en cualquier otra parte de la casa menos en el lugar que debería estar; eso provocaba malestar en mi esposo y un mal ejemplo en mis hijos.

Bueno, comencé a organizar mejor mis cosas para poder enseñar a mis hijos; ahora bien, no tengo una casa impecable pero si presentable. Con mi esposo siempre tratamos de involucrar a los niños en las labores de la casa, desde el más pequeño hasta el más grande.

Has la siguiente auto-evaluación:
1.      Tus hijos esperan tirados en un sofá durante todo el día esperando que atiendas sus necesidades.
2.      Se levantan a ayudarte sin que se lo hayas pedido.
3.      Muestran iniciativa al ayudar no sólo en el hogar, sino a los demás desinteresadamente.

Yo creo que todas quisiéramos que ellos estuvieran en la categoría 3, pero esto se logra siendo de ejemplo e instruyendo: “mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea”. Si quieres que tus hijos crezcan con la actitud de ir más allá de los demás, debes estar imitando a Jesucristo día a día.

En la actualidad, mis hijos sirven en el Ministerio de Niños de nuestra Iglesia, al inició no quería involucrarlos por no salirme de mi comodidad (¡qué vergüenza!); pero al verlos estar pendientes de las practicas, de verlos deseosos de que llegue el día que les toca servir, me anima y me reta a ser de ejemplo en sus vidas.

No criemos a nuestros hijos como si se lo merecieran todo, como si fueran pequeños dioses a los que debemos servir; un día tendremos que rendirle cuentas a Dios de sus vidas, en nuestras manos está los futuros líderes y/o misioneros de la Iglesia o los que se conformarán con ser simples espectadores.


Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45

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