lunes, 22 de diciembre de 2014
No ignoremos al festejado
Escrito por Sandra Pineda Pineda
¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. (Mateo 2:2)
Ya estamos en navidad, una época con una esencia especial, hasta el clima cambia; para muchos representa alegría y banquetes; para otros, tristeza por la pérdida de algún ser querido o recuerdos no gratos.
Si preguntamos a un niño ¿Qué se celebra en Navidad? Quizás se limite a decir “el nacimiento del niño Jesús” sin tener una idea clara, pero de seguro sabrá que no tiene que ir a la escuela, que comerá dulces y por supuesto recibirá muchos regalos.
Tantas veces nos pasa igual pues no le damos el verdadero sentido pero sí sabemos cómo involucrarnos en sus vanidades.
Recordemos que Jesucristo no nació en este mes y que cada día debemos celebrar, no solo Su nacimiento, sino también Su vida, muerte, resurrección y ascensión al cielo.
Lamentablemente, la navidad se ha convertido en una especie de fiesta de cumpleaños donde tomamos el cocktel, comemos los bocadillos, disfrutamos del bizcocho y hasta participamos de la piñata y los dulces, pero nos vamos de la fiesta sin felicitar al festejado e ignorándolo por completo.
La Biblia dice en Romanos 12:2”No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Para hacer la voluntad de Dios debemos cambiar nuestra mentalidad, ajustándola a la de Cristo. Nuestro entorno nos influencia de tal modo que pensamos y actuamos de cierto modo y ni sabemos cómo adquirimos esos comportamientos.
Si Jesucristo volviera a la tierra en navidad, ¿Qué diría? ¿Qué haría?
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros habéis hecho cuevas de ladrones. Mateo 21:12-13
Jesús purificó el templo, volcó las mesas, porque estaba reclamando Su lugar como Dios.
Comer, beber, comprar, festejar, salir, nada en sí mismo es pecado ni está mal; la diferencia está en nuestros corazones y el valor que le demos.
En estas fiestas ¿Tomas un tiempo aparte con tu familia para meditar en la Palabra de Dios? O ¿Estás demasiado hambrienta, o cansada por TANTOS preparativos y después, demasiado llena o con tanto sueño que lo dejas para otro día?
Animémonos a fomentar un nuevo patrón de conducta en nuestros hogares para que el mundo no nos arrastre con sus corrientes paganas.
¿Cómo hacer la diferencia celebrando la Navidad?
Recordemos la oración de Jesús por quienes habíamos de creer: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” Juan 17:15-16
No olvidemos que Jesús no se quedó siendo niño, hoy celebramos Su vida y obra en la cruz y Su Gracia derramada en nuestros corazones.
¿Qué puedo hacer para que mi navidad sea diferente?
Hablemos de Jesús: cómo nació, Su muerte y resurrección, el perdón y vida eterna que tenemos en Él (Lucas 2:36-38)
En nuestros hogares, ¿La comida, el vestir, es más importante que Cristo? ¿Cuáles son mis actitudes y palabras? ¿Escuchan mis quejas o doy gracias a Dios por lo que tengo?
Cultivemos conductas piadosas, que les modele cómo cumplir la voluntad de Cristo. Cantemos himnos, leamos las Escrituras. ¡No nos cansemos de repetir las buenas de gran gozo!
Celebremos Su Salvación con verdadero gozo! ¡Él ha derramado DEMASIADOS favores y Gracia sobre Gracia sobre nosotras!.
En navidad se adquieren muchas cosas, pero ¿cuáles son eternas?
Celebremoslo a El en esta navidad!
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