lunes, 2 de mayo de 2016

Cuando ser mamá es demasiado cansado




A veces ser mamá es difícil. Al final del día, te deja cansada. Extenuada, no sólo a causa de las tareas y las actividades del día que acaba de terminar, sino también porque mañana, en sólo un par de horas de distancia te despertarás cansada, a seguir haciendo la misma rutina.


Estos días había estado contando y deseando que los días pasarán rápido, porque dentro de siete semanas, tendré ¡VACACIONES! en mi trabajo temporal que tengo fuera de casa. Pero me senté a meditar ¿qué tan productivos eran mis días en la obra de Dios?, me sentí avergonzada. El tiempo es muy corto y hay tanto que hacer, que me he dejado consumir por los quehaceres del hogar y me he olvidado de mi verdadera misión en está Tierra.


El cansancio domina cuando vemos la vida llena de responsabilidades, cargas, compromisos que cumplir en comparación con los propósitos de Dios. Cuando esto sucede, llevamos la carga de la crianza de los hijos y del hogar mismo en nuestras propias fuerzas.


Dios está obrando en el más íntimo detalle de nuestras vidas. Él se deleita en bendecir a sus hijas con su fuerza. Para que esto suceda, debemos ver que Dios es el que nos ha traído hasta este punto de cansancio para que descansemos en Él. Jesucristo dijo a las cansadas:


"Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas". Mateo 11:28-29


Aún con todo nuestro cansancio, madres estas palabras, son palabras de esperanza. Jesucristo, no nos dio promesas vacías o sin sentido. Cristo nos está llamando para que vallamos a Él a descansar. Nos pide que aprendamos de Él dos cosas: Mansedumbre y humildad. La mansedumbre es una fuerza interna que nos ayuda a tener dominio sobre nuestras emociones. La humildad, nos mantiene cerca de Él para poder sobrellevar el día a día.


A menudo he intentado sobrevivir en mis propias fuerzas. He caído en la desesperación cuando las cosas no han salido como yo esperaba, me he sentido frustrada. Pero recuerdo sus promesas y siento paz. Camino a mi casa esta mañana, veía los rostros de las personas; vacíos, sin expresión, sin esperanza, sin gozo. Las personas del mundo pueden vivir así, porque no tienen dónde descansar, pero para aquellas que hemos confiado en El, si hay esperanza, si hay gozo, si debe haber felicidad.


La ira no produce la vida justa que Dios quiere. La frustración no calma las necesidades de mis hijos. Una lengua afilada sólo producirá más ira. El desánimo nos lleva lejos de la oración. No podemos dejar que nuestra apretada agenda, esté dominada por las pruebas de la vida y el cansancio.


El apóstol Pablo, nos reta a criar a nuestros hijos en la disciplina e instrucción del Señor. Escuchemos con atención a nuestros hijos. Usemos palabras agradables. Huyamos del enojo. No confiemos en nuestro propio entendimiento. Respondamos a nuestros hijos con misericordia y gracia, no con decepción y enojo. Hablemos a menudo sobre el Evangelio. Aprendamos a orar en todo momento.


Esto es lo que Jesús quiere decir cuando llama a las cansadas madres que vengan a Él, nos invita a que tomemos su yugo, sobre nuestras espaldas y sigamos adelante. Al llevar su yugo, olvidamos nuestras propias cargas y vemos las necesidades de los demás, que en muchos casos son más difíciles y pesadas que las nuestras. Podemos despertar con alegría y esperanza, sabiendo que aunque los días son malos, en Él tenemos descanso y paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario