En 1998 puse fin a un matrimonio de apenas dos años, sentimentalmente no me sentía afectada, pues no amaba a la persona con la que estaba casada y mucho menos quería vivir el resto de mi vida con él, pero sí, me sentía fracasada. Desde el primer día de casada, me hice la pregunta: "¿Dios, me habré equivocado?" y también yo sola me dí la respuesta: "De todas maneras si me va mal, me divorcio". Y en efecto, a los dos años estaba poniendo fin a esa mala decisión.
Me sentía muy mal, por mi hija y por estar tan joven y divorciada. Comencé a tomar bebidas alcohólicas como medio de escape, pero Dios tuvo gracia de mí, y antes que me perdiera en las cosas de este mundo y en mis desilusiones, ese mismo año me llamó y transformó mi vida de una forma maravillosa y sin igual. Dos años después, permitió que me casará y gracias a Él, llevó más de quince años felizmente casada, sirviendo en su obra junto con mi esposo.
Atravesar un divorcio no es nada fácil ni sencillo, sobre todo cuando hay hijos de por medio. Me ha tocado conocer historias de amigas que sufrieron un divorcio, y están con sentimientos encontrados porque aún aman al padre de sus hijos y tal vez pusieron todo de su parte por ganarlo, pero al final, ellos tomaron la decisión de abandonarlas.
Y comienzan los dimes y diretes, sobre la patria potestad, que días le corresponde al padre visitar los hijos, que si se atrasó con la manutención o no aporta nada, que si lo embargo, que si ya anda con otra mujer... y los hijos se encuentran en la línea de fuego y tanto a la mamá como al papá, se les olvida que los hijos están sufriendo al ver a sus padres separados y enfrentados supuestamente por los derechos que a ellos les corresponden.
Me ha tocado escuchar las historias relatadas por niños sobre sus padres divorciados y son realmente tristes. Sus padres tratan de llenar con juguetes, ropa, tecnología, dinero o cosas, el tiempo que no pueden dedicarles y ellos se vuelven con el tiempo manipuladores y aprovechadores del sentimiento de culpa de sus padres.
Otros, tienen años sin ver a sus padres y sus madres han tenido que sacarlos adelante con mucho esfuerzo. Y escuchas las conversaciones de estos niños, cargadas de resentimiento y desilusión. Una vez, una niñita de apenas cinco años me decía: "es que mi mami no me quiere, sólo a mi otra hermanita que tuvo con el otro Señor".
Por otra parte, están las madres que día a día deben buscar el sustento, pagar las cuentas, solucionar problemas, lidiar con la disciplina de los niños, con la escuela, las tareas, el trabajo, y encima, todavía se sienten afectadas porque aman al padre de sus hijos y no saben que hacer con esos sentimientos, con ese dolor de verlo a él rehacer su vida con otra mujer. A ellas, Dios les dice lo siguiente:
"Tu marido es tu Creador, y su nombre es el Señor de los Ejércitos; tu Redentor es el Santo de Israel, y su nombre es el Dios de toda la tierra. Yo, el Señor, te lo he dicho: Te llamé cuando eras una mujer abandonada y de espíritu decaído; cuando eras como una joven esposa que ha sido repudiada". Isaías 54:5-6 (RVC)
¿Cómo sobreponerse?
1. Enamorate de Dios completamente.
2. Entregate a Él, Él desea tener una relación profunda y completa contigo.
3. Él no te desamparará ni te dejará nunca.
4. Él desea llenarte con su amor y cubrirte con su gracia.
5. Él quiere que deposites todas tus cargas y temores en Él.
6. Él quiere que te aferres a sus promesas y que cumplas sus mandamientos.
7. Él quiere honrarte, dándote el lugar que mereces como su hija amada, no el título de "mujer divorciada" o de "madre soltera".
8. Él desea llenar todas tus necesidades, para que dependas de Él, no te tú esfuerzo o de una manutención.
9. Él desea que críes a sus hijos en el temor y amor a Él, que les hables de Sus propósitos y los instruyas en sus caminos.
10. Él desea bendecirte cada día, si dejas en sus manos tú futuro.
Sé que es doloroso, pero un último consejo que voy a darte, es, no les hables mal a tus hijos de su padre aunque no sea responsable de lo que a él le corresponde, no contamines el corazón de tus hijos hacia él. No le niegues a tus hijos el pasar tiempo con su padre, ellos también lo necesitan. Enséñales a tus hijos a ver a Dios como Su Padre celestial que jamás los abandonará ni los dejará. Ámalos y esfuérzate por darles lo mejor de ti cada día.
"... pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor". Isaías 54:8
No hay comentarios:
Publicar un comentario