“Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no
calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien”…
Tito 2:3
La vida de la mujer puede transcurrir sin pena ni
gloria entre las paredes de su hogar, si ella así lo desea pero también puede
llegar a tener un propósito eterno, si en esta vida deja un precioso legado al enseñar
a otras mujeres a ser mejores cristianas, esposas, madres, hijas, amigas…
Durante muchos años de mi vida cristiana carecí de una
visión personal. Hasta que estudie cuidadosamente el pasaje de Tito 2:3-5, me
di cuenta de lo que quería ser: Una discípula de Jesucristo que desea ser
una maestra del bien y poder enseñar a otras mujeres a amar y honrar a sus
esposos, para gloria de Dios.
Para llegar a ser una maestra del bien, es necesario primero
ser una discípula de Jesucristo. En el Libro de Hechos encontramos el ejemplo
de una genuina discípula, Tabita (Hechos 9:36-43), era una mujer que abundaba en
buenas obras y en limosnas.
Esto nos enseña que una discípula es más que una alumna
que se sienta para escuchar. Es alguien que aprende y sigue a su maestro. Una de
las cosas que Tabita había aprendido era a servir a Jesucristo a través de las
personas. Las mujeres de su comunidad daban testimonio de lo que ella hacía por
los demás.
El discipulado comienza con el deseo de querer seguir
a Jesucristo y sus enseñanzas por medio de Su palabra. También necesitamos
estar aprendiendo de alguien con madurez espiritual para que nos pueda instruir
y guiar. La edad es irrelevante, el término “anciana”
en este verso significa “madurez
espiritual”, y “jóvenes” a las
recién convertidas o a las bebes espirituales.
¿Qué
requisitos debe tener una maestra del bien?
1.
Debe
ser una mujer reverente en todo
lugar.
“… sino
santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados
para presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”… I Pedro
3:15
La reverencia no es únicamente la manera como te
conduces hacia tu esposo, sino, es la forma como actúas para con todos; la
manera como respondes, los gestos que haces al hablar o como reaccionas cuando
te dicen algo que no es de tu total agrado.
¿Cómo están tus actitudes hacia los demás? ¿A quiénes
les sonríes y a quienes miras con desprecio? ¿Cómo consideras al que te
amonesta o te corrige?
Tu testimonio puede quedar en entre dicho si actúas de
manera selectiva con el trato hacia las personas. Dios desea que aun cuando
seas juzgada o criticada injustamente, muestres reverencia hacia esa persona,
no tratando de defender tu punto de vista, sino dejando que tus hechos hablen
por sí mismos. Si tratas a alguien con descuido o injusticia, aun cuando exista
un buen pretexto, nunca lo olvidarán. Y a la larga, tu reputación se verá
deteriorada.
2.
Debe
ser una mujer no calumniadora
“…
teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de
malhechores, sean avergonzados los que calumnian
vuestra buena conducta en Cristo”. I Pedro 3:16
Hay muchas palabras que pueden relacionarse con la
calumnia, entre ellas: El chisme, la mentira, la crítica y la murmuración. Por
cierto entre los cristianos, “la crítica
debe ser constructiva con el firme propósito de edificar y no de destruir”.
Escudriña tu corazón y considera en qué áreas estás
criticando o murmurando sobre los demás.Sise trata de un asunto espiritual,
amonesta a esta persona siempre y cuando sea con amor y no murmures de ella a
sus espaldas. Con frecuencia medimos a
otros con nuestras propias normas. Así que, extendamos misericordia y
compasión sabiendo que Dios está fielmente trabajando en la vida de esa persona,
así como en la nuestra.
El apóstol Pablo lo pone de una manera tan sencilla: “Si pues coméis o bebéis, o hacéis cualquier
otra cosa, hacedlo todo para la gloria
de Dios”. I Corintios 10:31.
3.
Debe
ser una mujer no esclava del vino
“Por
precio fuisteis comprados; no os hagáis
esclavos de los hombres”. I Corintios
7:23
Hoy en día, hay muchas cosas que te pueden mantener
esclavizada: La televisión, las novelas, los quehaceres domésticos, los afanes
de la vida, el dinero, las finanzas, los deseos de los ojos, los deseos de la
carne, etc. ¿cuál es el vino que te mantiene esclavizada?Si deseas modelar un
estilo de vida que sirva y complazca a Dios, que honra y sirve a su marido, que
disfruta e instruye a sus hijos, que es compasiva con los necesitados, y que
busca crecer dentro de su iglesia,considera mucho estas preguntas: ¿Cómo estás
en tu relación diaria con Dios?, ¿de quién eres discípula?
Dios ya nos liberó del pecado y quiere que nos
conduzcamos con sobriedad, que es la virtud que nos permite controlar nuestros
deseos e impulsos mundanos. En 1 Timoteo 3:11, dice: “Las mujeres sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en
todo”.
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