martes, 26 de enero de 2016

Elige el amor, Parte 1




Tomado de Shepherd Press



Dios es específico acerca de cómo Él quiere que amemos a nuestros hijos. I Corintios 13 ofrece ayuda práctica:



El amor es paciente

La paciencia es el fruto del Espíritu. Esto significa que el amor no es una reacción instintiva cuando las cosas no van bien. Amar a nuestros hijos significa comprender y prevenir que la obediencia a la dirección de la Biblia será un reto. Ser paciente significa que somos sensibles a la realidad de la guerra espiritual. No frustrarse con sus luchas - pensar cuidadosamente.


El amor es amable

Si las vidas de las madres va a ser dominada por el amor de sus hijos, entonces se deduce que la AMABILIDAD, también debe ser dominante. Las acciones son las palabras agradables y el comportamiento del Evangelio. No reaccionar con palabras ásperas porque estamos ocupadas, agitadas haciendo las cosas sobre los horarios. Sin embargo, la bondad es a menudo una baja de un compromiso pragmático con amor. A medida que crecen, los niños no van recordar con cariño todos los horarios que se mantuvieron, sino la amabilidad que mostraste.


El amor no envidia

La envidia puede ser sutil. Una madre puede sentir envidia de los hijos de otra persona, pensando que su vida sería mejor si sus propios hijos se comportaran como los de otras familias. La Biblia, nos enseña que lo contrario de la envidia es la alegría. Como dice Pablo en Filipenses 4:10-13, hay que aprender a tener contentamiento en todas las circunstancias. Dios quiere que experimentes la alegría con la familia que te ha dado. La envidia es un enemigo del Evangelio.


El amor no hace alarde, no es orgulloso

La jactancia y el orgullo son dos caras de una misma moneda. La jactancia es la manifestación externa de orgullo. Expresiones arrogantes como: "no puedo creer que lo hicieras", "deberías saberlo mejor que yo" Demuestran un espíritu orgulloso. El amor, sin embargo, se expresa en la humildad. El amor es sensible a las luchas del pecado. El amor sabe que los niños no pueden obedecer en su propia fuerza y necesitan desesperadamente la gracia de Dios. Si somos exasperados con las luchas de nuestros hijos indica una falta de apreciación y dependencia de la gracia de Dios en tu propia vida. La paciencia y la amabilidad son las armas de la fuerza para hacer el bien. Van a afectar a sus hijos para toda una vida. La envidia y la jactancia son las armas de destrucción. Ellas también van a durar toda la vida. Elige el amor, elige la vida. Evita el orgullo.


El amor no hace nada indebido, no busca lo suyo

No es acerca de ponerse a uno mismo primero. Es vital que nuestros hijos vean que estamos viviendo una vida de sacrificio a DIOS, al igual que les estamos pidiendo que lo hagan. Los objetivos que hemos fijado para nuestra casa, primero y ante todo deben reflejar la dirección de Dios en su Palabra. Esto no puede hacerse consintiendo nuestras propias preferencias. Deportes, música, excelencia académica, una tranquila vida en casa, y la limpieza, etc. Son todos ejemplos de actividades que valen la pena. Pero no hay un mandamiento que diga que los niños deban realizar estas actividades exactamente como nos gustaría. No fuerces tus sueños y expectativas en la vida de tus hijos. El amor no es egoísta.

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