sábado, 27 de junio de 2015

El daño que causa una fe fingida en tus hijos




"...trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también".


Una fe fingida, es cuando reaccionamos con algo o mucho de hipocresía en la forma como actuamos. Por ejemplo: Le dices a tus hijos que no deben pelear y luego discutes con tu esposo. Le dices a tus hijos que Dios está en control cuando ha tenido un mal día en la escuela y luego te enojas o estás abatida con las circunstancias de la vida. Le dices a tus hijos que deben buscar a Dios primero, y luego te absorben los quehaceres del día y te olvidaste de buscarlo.


Qué puedes hacer?


Los niños son una esponjitas, pueden absorber todo lo bueno o todo lo malo que te vean hacer o no hacer, no puedes enseñarles a los niños una fe fingida, si antes tú no has salido bien librada de tus luchas diarias. 


Tienes una opción. Puedes llevar a tus hijos hacia la gracia de la palabra de Dios, mostrarles al Dios misericordioso y bondadoso que le ayudará a ponerse de pie cuando falle. La fe fingida es a menudo impulsada por un deseo erróneo de resultados rápidos. Sin embargo, el fruto del Espíritu, no es producido de la noche a la mañana.


Un profesor que tuve en secundaria, solía decir un refrán "hazlo como lo digo, no como lo hago". No puedes obligar a tus hijos que tengan una buena relación con Dios, si tú no las tienes (además Dios no nos obliga a que lo busquemos o que lo obedezcamos). Dicho de otra manera, debes predicar con el ejemplo, sino tendrás varios desertores de la fe durante la adolescencia.


Tu objetivo debe ser mucho más que el respeto hacia el exterior. Si el cumplimiento es todo lo que busco, entonces, un día puedes ser sorprendida por un adolescente enojado o frustrado que ni amarrado querrá ir a la Iglesia mucho menos querrá escucharte hablar de Dios. Eso es el resultado de una fe fingida, llena de hipocresía y cumplidos nada más.


Si has estado actuando de está manera, busca el perdón, primero de Dios y luego de tus hijos (expresalo sinceramente), usa palabras agradables, habla la verdad sazonada con sal y amor. Ayúdales a ver que tú también estás involucrada en las mismas batallas que ellos encaran. Anima a tus hijos para luchar contra estas batallas con una fe fortalecida a la luz de Palabra y la oración genuina.


Lidiar con las batallas y fortalecer nuestra fe toma tiempo. Lidiar con los problemas del corazón te permite abordar tus propias luchas con tus hijos y disminuye grandemente, el riesgo de la hipocresía. El buscar resultados rápidos y cumplidos externos, son una mala utilización de la autoridad. Esto no va a construir relaciones. Esto lo que va a causar es ser vista como una hipócrita.


Dios quiere usarte de maneras prodigiosas en la vida de tus hijos, busca la motivación y apóyate en el Evangelio de la gracia para poder criar sanamente a Tus hijos. No finjas le fe, fortalecete en el Señor cada día.



No hay comentarios:

Publicar un comentario