"No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová". Levítico 19:16
La palabra hebrea traducida como “chismoso” en el Antiguo Testamento es definida como alguien que revela secretos que suceden a su alrededor como un chismoso o es traficante de chismes. Este es alguien que le saca secretos a la gente, acerca de ellos mismos y de sus familias, y luego va repitiéndolos de casa en casa, ocasionando gran perjuicio para aquellos cuyos secretos le fueron confiados, así como para aquellos a quienes se los cuenta, y también para sí mismo.
Dios no ve el chisme como algo a la ligera, lo ve como lo es, un atentado en contra la vida del prójimo, porque el chisme no busca edificar sino destruir a la persona de quien se habla. No pensemos en el chisme como algo que está fuera de la Iglesia y se practica sólo en el mundo secular, el chisme está dentro de nuestras iglesias envenenando poco a poco la vida de los creyentes y apartándolos del camino.
Timoteo previene a las viudas (pienso, que esto también aplica a las madres solteras o a las que somos amas de casa) en contra del entretenido hábito del chisme y de estar ociosas. “incurriendo así en condenación, por haber quebrantado su primera fe. Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran.” (1 Timoteo 5:12-13).
Las mujeres tienden a pasar mucho tiempo en las casas unas de otras, o trabajando muy estrechamente con otras mujeres, involucrándose en las vidas de mucha gente, ellas escuchan y observan una variedad de conversaciones o situaciones, las cuales tienen el potencial de llegar a distorsionarse, si lo que ellas ven no es mantenido en privado. Timoteo dice que las viudas caen en el hábito de andar de casa en casa, buscando algo para ocupar su ociosidad. Las manos ociosas son el taller del diablo, y Dios advierte contra permitir que ese pecado entre a nuestras vidas. “El que anda en chismes descubre el secreto. No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.” (Proverbios 20:19).
Dios desea que seamos maestras del bien, que enseñemos a las más jóvenes a cuidar del esposo, los hijos, nuestra vida y el hogar. A la mujer chismosa no le interesa edificar su hogar, le gusta destruir los hogares ajenos entrometiéndose en todo y olvidándose del llamado que Dios le ha hecho. Lo mejor que puedes hacer por ella es no escucharla y amonestarla con amor para que cambie de parecer.
La Biblia nos dice que “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos.” (Proverbios 16:28). Muchas amistades han sido arruinadas por un malentendido que comenzó con un chisme. Aquellos que se involucran en este comportamiento no hacen sino provocar dificultades y causar ira y amargura, sin mencionar las heridas entre amigas. Tristemente, algunas personas se benefician con esto y buscan oportunidades para destruir a otros. Y cuando tales personas son confrontadas, niegan las acusaciones y responden con excusas y racionalismos. En vez de admitir su error, culpan a alguien o a algo más, o intentan hacerlo sonar como si el pecado que cometieron no fuera tan malo. “La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas.” (Proverbios 18:7-8).
“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (Proverbios 21:23) Así que debemos guardar nuestras lenguas y refrenarnos del acto pecaminoso del chisme. Si rendimos nuestros deseos naturales al Señor, Él nos ayudará a mantenernos rectas. Dios recompensa al justo y al recto, así que todas debemos luchar para permanecer como tales.
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