Conferencista:
Barb Roose
Cuando
nos miramos frente al espejo y nos decimos cosas feas como: Eres fea, estas
gorda, estas flaca…, estamos reflejando como está nuestro corazón.
Cómo estudiar nuestras palabras sabiamente.
“En conclusión, ya sea que coman o beban o
hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”. 1 Corintios
10:31
Glorificar
a Dios significa saber quién es El y obedecerlo. Las palabras que usamos
reflejan cómo estamos, como sentimos, como nos comportamos.
¿Has
estado alguna vez con una mujer que dice malas palabras o es grosera?, por lo
general a nadie le gusta estar cerca de ellas. Santiago 3:6 (NVI) dice:
“También la lengua es un fuego, un mundo de
maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida
por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.
Es
increíble como algo tan pequeño puede causar tanto daño. ¿Alguna vez has herido
a alguien? ¿Alguna vez te han herido? Nuestras palabras pueden destruir a otras
personas, por ello debemos ser cuidadosas, Salmos 141:3 (NVI) dice:
“Señor, ponme en la boca un centinela; un
guardia a la puerta de mis labios”.
¿Cuántas luchamos por controlar nuestras palabras? El
Salmista reconocía que él no podía controlar su lengua por sí mismo. Cuando
usamos nuestras palabras sabiamente, la belleza de Dios brilla y puede atraer a
otras mujeres a la luz de Cristo. Mis palabras pueden hacer sentir avergonzadas
a otras mujeres.
Pensemos como Dios nos trata aunque estemos equivocadas, Él
no nos señala como si estuviéramos equivocadas. El espera que nos arrepintamos
de lo que estamos haciendo mal. Arrepentimiento significa dar la vuelta de lo
que estamos haciendo mal y seguir a Dios.
Cuando miremos a alguien que está haciendo algo mal, podemos
hacer lo siguiente:
1.
No la juzguemos, no asumamos que es mala
persona. No asumas que la conducta de ella cuente su historia. Hay mucho juicio
en nuestro mundo como para hacerlo nosotras también, las personas necesitan ver
a Cristo reflejado en ti, para que ellas quieran conocer a Dios.
El propósito de Dios es que
las personas lo conozcan, pero cuando juzgamos a otros, no estamos reflejando a
Dios.
2.
Hacer preguntas, tranquilamente hagamos
preguntas, ¿Cómo estás?, ¿Cómo te sientes?, ¿Qué tal ha estado tu día? Muestra
interés por su vida, en lugar de decirle deja de hacer eso.
3.
Diles cuánto las amas. La Biblia nos instruye que
amorosa y gentilmente hablemos con ellas. Queremos cambiar la conducta de las
personas porque no nos gusta, en lugar de dejar que Dios fluya a través de
nosotras. Deja que Dios abra una oportunidad para hablar con ellas.
Escoger nuestra ropa
sabiamente
“Todo está permitido, pero no
todo es provechoso. Todo está permitido, pero no todo es constructivo”. 1 Corintios
10:23
Nuestros cuerpos son de diferentes formas y tamaños, pero
siempre deseamos tener una forma diferente a la que tenemos. Tratamos de
escoger la ropa de acuerdo a como luce en la tienda o en otra mujer, pero
cuando tratamos de lucir igual, nos frustramos.
La ropa refleja cómo nos sentimos, también refleja como
quiero que otros me traten. Dios está interesado de que me cuide de mi misma,
eso no implica tener un gran vestuario o hacerme faciales continuamente, sino
en lucir como Dios me creo para reflejar Su belleza.
Nuestra ropa debe glorificar a Dios. Algún tipo de ropa no
permite que Dios se refleje en nosotras, por ello:
1.
Debemos orar a Dios para que nos guie sabiamente.
2.
Debemos hablar con mujeres que nos ayuden y cuiden en la
forma como nos vestimos.
Guía de Ropa de Barb Roose
1.
Solo mantener la ropa que me quede bien y que se vea bien en
mí.
2.
Solo compro ropa que me quede bien y que me haga sentir
fabulosa. Menos es mejor. Más me hace sentir mal.
3.
Usar al menos una pequeña pieza de joyería cada día.
Tomar la decisión de
comportarnos sabiamente.
Seamos prudentes acerca de las fotos que nos tomamos y
subimos a las redes sociales. Debemos tratar a los hombres como si fueran
nuestros hermanos. Cuando tratamos a los hombres como nuestros hermanos, no nos
vestimos para seducirlos.
Para las solteras:
No necesitas que un hombre te complemente, no tienes que
tener miedo en tu corazón de quedarte sola.
Para las casadas:
Nuestra vergüenza de cómo nos sentimos con nuestros cuerpos
afecta a nuestros esposos. Cuando les decimos por ejemplo, estoy muy gorda o
vieja, los alejamos. Si has sufrido de abuso, habla con una mujer cristiana que
no te va a juzgar para que puedas ser sanada.
Libro de lectura sugerido: “Música entre las Sabanas” del Dr.
Kevin Leman