lunes, 23 de abril de 2018

Disciplina y Fe


La disciplina bíblica es una expresión del amor y la misericordia de Dios para sus hijos. Como Dios amorosamente nos disciplina con gracia, nosotros, como padres, debemos dar esta misma cálida disciplina a nuestros hijos. Es algo grandioso, que como padres, veamos la disciplina como algo positivo y no punitivo. La disciplina no se trata de retribución o desquitarse. La disciplina tiene el objetivo de producir paz. Sin ese objetivo, la disciplina se convierte en una herramienta de manipulación que solo proporcionará la separación con sus hijos.

Es igual de grandioso que administremos la disciplina con palabras agradables y esperanzadoras. Esto ayuda a que no lo hagamos con ira o enojo, si no que edifiquemos y promovamos la instrucción Divina: 

Las palabras amables son un panal de miel... Proverbios 16: 24

Porque quien se enoja no promueve la justicia de Dios. Santiago 1:20

Los padres no deben disciplinar para manipular a los niños a un mejor comportamiento. Los padres cristianos deben disciplinar en la fe, por amor a Dios, como Dios lo ha dirigido para que sea honrado. Las palabras agradables, directas y amables son las herramientas que Dios ha diseñado para transformar su crianza en una forma de arte de gracia, belleza y poder.

Dios tiene el control, no el niño. Y, lo que es más importante aún, nosotros como padres no somos la máxima autoridad: ¡Dios lo es! El componente subyacente en la disciplina es la fe. Disciplinamos porque nuestra confianza radica en cosas que no se ven, en la verdad de la Palabra de Dios.   Por fe, Dios puede provocar los cambios necesarios en sus hijos. Por fe, Él puede provocar los cambios necesarios en nosotros. ¡Usted puede estar contento y confiar en Dios que honrará su fe en Él mientras aseguramos la disciplina y la paz!

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