miércoles, 14 de febrero de 2018

Incomparable amor




Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongue mi misericordia. Jeremías 31:3

Había una vez en un reino lejano, un Rey misericordioso que anhelaba enseñarles a sus súbditos cuán grande era el amor que Él tenía hacia ellos; les mando emisarios en diferentes épocas para que hablasen acerca de su amor, pero a los súbditos, no les interesaba, apedreaban y mataban a los emisarios del Rey.

El Rey pensó, les enviaré, a mi único hijo para que crean por medio de su palabra, que yo los amo y que haría el sacrificio más grande por ellos. El joven Príncipe, fue a los súbditos, trato de llevarles el mensaje que su Padre el Rey les había enviado, pero muchos de ellos le despreciaron, le golpearon y lo mataron.

El Rey misericordioso, en lugar de vengar la muerte de su hijo, dijo: Sabía, que también a mi hijo lo menospreciarían, su muerte es el sacrificio más grande que pude haber hecho por mi pueblo; pero su muerte, no será en vano, porque yo sigo amándolos con amor eterno y continuaré prolongándoles mis misericordias.

Una de las expresiones máximas para describir a Dios mismo, es que “Dios es amor” (I Juan 4:8). Él no está encasillado en una celebración popular y comercial como lo es “San Valentín”, ni tampoco ocupa un lugar en el tiempo y en el espacio, porque su amor por nosotros ha sido y será eterno. Él nos escogió y amó mucho antes que nosotras existiéramos.

Por consiguiente, toda cristiana debería celebrar todos los días, la dicha plena de contar con el amor de Dios en su vida. Nuestro andar diario, debe estar basado en el amor.

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Efesios 5:2

Dios no nos ama de manera selectiva, tampoco nos ama por nuestros logros o por lo que podemos a llegar a hacer por su obra. Una de las cosas que hizo que yo me acercará a Dios, fue cuando comprendí que "Dios es amor" y que ese amor fue tan grande por mí que me libró de la condenación y de la muerte eterna. Cristo murió por todos de igual manera, el verso 5:1, nos dice: “que seamos imitadores de Dios como hijos amados”, no se nos pide que amemos a unos si y a otros no, sino que “imitemos su forma de amar. ¿Qué tan bien estas imitando a tu Padre Celestial?

El amor de Dios no es un sentimiento que debemos espiritualizar, muchos pretenden sólo disfrutar de su amor, sin llevarlo a la práctica; I Juan 3:17, dice: Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?

Disfrutemos la inmensidad del amor de Dios, imitando sus enseñanzas y mostrando el amor al prójimo. Las personas que no conocen de Dios, están urgidas de que alguien las ame, lastimosamente buscan en lugares y personas equivocadas ¿serás tú quien irá a compartirles del amor de Dios, o te conformas con que Él ya te ama?

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. I Juan 3:1

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