lunes, 13 de febrero de 2017

Dios honra nuestras convicciones



Una de las partes favoritas de escribir artículos, es poder relatar los testimonios de mujeres valientes con convicciones sólidas y con una gran fe en el Señor. Una de ellas, es la joven Vanesa Morales, a quien desde que conocí le tome cariño y admiración por las circunstancias difíciles que tuvo que atravesar desde temprana edad.

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Nací en una familia desintegrada, soy la mayor de seis hermanos. Mi niñez fue relativamente buena, mi abuela a quien considero "mi mamá", me crió desde la edad de seis meses y siempre dio lo mejor de ella para poder cuidarme. Crecí en un pequeño pero bonito pueblo de Olancho. Fui una estudiante  de excelencia académica.


Cuando tenía como 12 años, mi madre biológica abandonó a mis otros 4 hermanitos de edades de 8, 7, 6 y 1 año. Por lo que mi abuela y yo tuvimos que hacernos cargo de todos ellos. Fue muy duro para mí ya que a temprana edad, tuve que tomar responsabilidades de toda madre, como: bañar, cambiar pañales, darles de comer y dormir a mis hermanos, sobretodo a mi hermanita menor a quien amo, pero reconozco que no fue nada fácil salir a hacer mis tareas de colegio con ella en mis brazos.


"Aunque mi padre y mi madre me dejarán, con todo, Jehová me recogerá. Salmos 27:10


Pasamos necesidades, pero Dos siempre estuvo conmigo, aunque en ese momento yo no comprendía lo que El estaba haciendo (aun no era salva), pero fue gracias a esa situación que me convertí en una persona madura, responsable, organizada y con mucha conciencia de la vida. Durante ese tiempo de adolescencia, también experimente la rebeldía propia de la edad, con noviazgos sin propósito, pero Dios tuvo cuidado de mí en todo momento.


Mi sueño, siempre fue llegar a la universidad, pero la situación en que vivíamos no me lo permitía. En 2009, Dios lo hizo realidad. Aunque algunos familiares me cerraron las puertas, Dios me brindó un hogar donde vivir aquí en Tegucigalpa y pude comenzar a estudiar. Ese mismo año, me compartieron el Evangelio y acepté a Jesús como mi Único Salvador. Comencé a reunirme en Gran Comisión y a conocer la Palabra de Dios.


El año siguiente (2010), fue muy triste para mí, pues falleció mi abuela de un para cardíaco a los 70 años, dejándonos desamparados a mí y mis hermanos. Desde ese momento las cosas comenzaron a ponerse más difíciles. Nuestra madre biológica es una persona sumergida en el vicio del alcohol, tuvimos muchas diferencias por eso, por el mal ejemplo que mostraba hacia nosotros, hubo momentos que no había dinero ni para comer o para ir a la Universidad.

"Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria". 2 Corintios 4:17

Yo no salía de una para meterme en otra. Tuve una relación de noviazgo con una persona que decía ser cristiano, pero no era así, me causó mucho daño emocionalmente, porque fue un apoyo cuando mi abuela murió. Me engañó y me dejó después de dos años de noviazgo. Eso me dejo con temor y decidí esperar en el hombre que Dios tenía preparado para mí.


Muchas veces, sentí que no podía más, quería abandonar todo para buscar un trabajo formal, pero me aferre a las promesas de Dios en su palabra y cuando me sentía mal, las recordaba y eso me impulsó a seguir adelante sin importar cuantas veces caía. Mis hermanos quedaron en Olancho, mientras yo estudiaba en Tegucigalpa, dentro de lo que permitían las finanzas viajaba los fines de semana para poder estar con ellos.

"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús". Filipenses 4:6-7

En esos días recibí un curso de bisutería, ese fue el medio que Dios utilizó para bendecirme y a mis hermanos también. Pero sobretodo, aprendía a depender día a día del Señor y entregarle mis cargas y necesidades, Él siempre fue fiel. Dios proveía dinero, comida y todo lo que necesitaba de forma sobrenatural.


Con ayuda de Dios, por medio de algunas personas que el uso como instrumento para ayudarme, pude graduarme de la universidad. Dios ha guardado a mis hermanos de los vicios y de las malas compañías a pesar de las dificultades y la vulnerabilidad en la que ellos viven. Todas y cada una de las oraciones que le hice a Dios, muchas veces con mis ojos llenos de lágrimas, fueron contestadas.


Hace como 4 años conocí a Isaac, casi siempre coincidíamos donde tomábamos el transporte para ir a la universidad. Nos hicimos amigos, él se enamoró de mí y dice que oraba para que Dios me quitara los temores de tener una relación de noviazgo. Pero él, no cumplía mis estándares, aunque asistía a otra Iglesia y había nacido en un hogar cristiano.


Yo estaba enfocada en culminar mis estudios, estaba bien comprometida sirviendo en Gran Comisión. Habíamos dejado de vernos casi un año. Cuando nos reencontramos, me dijo que seguía orando por mí. Yo le dije, que orará más porque yo no podía andar con un "yugo desigual", él ya no asistía a su iglesia y decidió reunirse en la mía.


Eso sí, cada quien por su lado, sirviendo y creciendo. A medida fui observando su crecimiento, comencé a admirarlo más por su genuino servicio a Dios. En septiembre del año pasado, me pidió que fuera su esposa y aquí estamos a las puertas de nuestra boda.


Hoy puedo ver hacia atrás lo que el Señor ha hecho y es completamente un ¡milagro! Me bendijo con un trabajo, con un hombre maravilloso trabajador y sobre todo temeroso de Él. Nuestro anhelo es servir y honrar a Dios a través de nuestro matrimonio.

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