Sobre toda cosa guarda, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Proverbios 4:23
El Rey Salomón nos enseña que el corazón debe ser custodiado por encima de todo. A través de la Biblia, el Espíritu Santo nos ha dejado una guía para la comprensión de las emociones. Bíblicamente, las emociones pueden ser como los primeros auxilios del corazón. Si el corazón está bien custodiado las emociones pueden trabajar en favor nuestro, no en contra. Si el corazón no está protegido, las emociones pueden causar mucho daño.
Las mujeres sufrimos cambios hormonales durante los períodos de la menstruación, los embarazos y la menopausia. Esto, pueden provocar drásticos cambios en nuestro estado emocional. Algunas nos ponemos temperamentales, otras lloronas, otras malhumoradas... pero no existe ningún verso en la Biblia que nos de la razón, porque todo tiene que ver en la forma cómo ejercemos dominio propio sobre nuestro corazón y permitimos que el Espíritu Santo ejerza dominio sobre nuestros estados de ánimo.
He escuchado a mujeres decir que durante sus embarazos sentían rechazo hacia sus esposos. Lo que yo hacia, durante mis embarazos era orar para no hacer sentir rechazado a mi esposo, para satisfacerlo a pesar de mi estado que me mantenía cansada casi todo el tiempo. En mis períodos menstruales, trato de no ponerme llorona, percibo que mi estado anímico baja, esa es una alarma que me envía el Espíritu para no dejar que mi corazón se salga con la suya. Durante ese período, trato de no dejarme llevar por lo que está pasando dentro de mi para que no cause un daño colateral en mi esposo e hijos.
Recientemente, he estado experimentado los inicios de la menopausia. ¡¡¡¿La menopausia?!!! ¡Wow, esto si va a ser intenso!, porque el período que duran los achaques, es a largo plazo. Ya comencé con los calores, los sofocos, a veces me pongo llorona; pero trato de sobrellevarla de la mejor manera y no dejarme sucumbir por los cambios que está experimentando mi cuerpo. Otras mujeres, durante esta etapa, caen en depresión o desanimo.
No podemos permitir que nuestra emociones ejerzan dominio sobre nuestro corazón. A través de los Salmos podemos, ver los estado de ánimo del Rey David, cuando fue perseguido por Saúl, cuando sentía que la muerte lo acechaba y sus enemigos estaban cerca para prenderlo, él le hablaba a su corazón, a su alma de la siguiente manera:
¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío? Salmos 42:5
David, le expresaba a Dios cómo se sentía, cómo su abatido corazón desfallecía, pero al mismo tiempo, exaltaba y esperaba en Dios, porque sabía que Él era su salvación. Dios desea que le pidamos por protección emocional, esta es la razón por la que debemos hablar de lo maravilloso y poderoso que Dios es en nuestras vidas.
Como dice el Salmista, el abatimiento (estados de ánimo bajos) son parte de la vida, pero al mismo tiempo, el Salmista nos llama de vuelta a la realidad de quién es Dios para nosotras. La respuesta, a estar desanimadas es centrarse en la alabanza a Dios nuestro Salvador. Si son quince, veinte, treinta, cuarenta o cincuenta o más, la alabanza del corazón es la clave para la protección de las emociones, en lugar de sucumbir y herir a los seres queridos.
El primer paso para llevar a la práctica esto, es lo que hacía el Rey David en el Salmos 42, auto-hablarnos, hablarle a nuestro corazón para caiga en razón de que no nos domina, porque el Espíritu Santo ejerce su dominio en nosotras. Esto muy importante. No parecerás loca hablándote a ti misma, sino que te estás diciendo no quiero estar así, porque Dios es mi esperanza. Todas nacemos con un corazón perverso, esto significa que las emociones no se protegen por sí solas, porque pueden causar mucho daño.
"Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta (escribe tu nombre), afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada". Lucas 10:41-42
Como podemos observar, Marta se dejo llevar por sus emociones, le dio rienda suelta a su malestar, al punto de interrumpir al Maestro. Jesús lo que vio fue una mujer afanada y turbada que no lo estaba escuchando, que no lo estaba conociendo, que no estaba enfocándose en la mejor parte. En cambio, María, había experimentado lo importante que es escuchar la voz de Jesús y aprender sus enseñanzas. Muchas veces, caemos en la situación de Marta, pensamos que lo que nos pasa es más importante que lo que Dios nos está diciendo en la Palabra.
Sin embargo, al igual que con otras partes de la vida cristiana, el cambio se produce a medida que experimentemos una profunda relación personal con Dios. En vez de ser egoístas y pensar de nuestros esposos "es que como es hombre, no me entiende" o "es que nadie me entiende"; en lugar de usar a los demás, como excusa injustificada de nuestros estados de ánimo, acerquémonos a Dios, pidiéndole protección por nuestro corazón. Busquemos hermanas de confianza a quiénes podemos abrir nuestra vida y puedan platicarnos sus experiencias, no nos aislemos ni nos encerremos en nuestro "yo". En vez de darle rienda suelta a las emociones, defendiendo nuestras malas actitudes, busquemos la santidad y reflejar la gloria de Dios a través de cada una de las etapas de nuestras vidas.
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