Para todos aquellos
que somos de la Generación X, que fuimos niños y/o adolescentes entre los 70’ y
80’, el termino “bullying”, era totalmente desconocido. No sufríamos de tantos
problemas asociados e inventados por la Psicología infantil, sino que a nuestra manera, resolvíamos
las cosas, con frases como: “a la salida
te espero” o “nos vemos en el recreo”
y a trompadas (por lo general los varones) arreglaban así sus diferencias.
Mis encuentros con el
Bullying
Yo estudie en una
escuela pública, a la cual asistían niños de la extinta “Junta Nacional de Bienestar
Social”. Eran niños con problemas familiares o que habían sido abandonados a su
suerte, la mayoría de ellos, nos arrebatan la comida o nos quitaban el dinero. Me ponían apodos como "la brujita", "varita de cohete", "el corre caminos". Pero ese, no era el problema más grave al que debía enfrentarme a diario con
mis demás compañeras. Teníamos de compañero un bully (agresor), que le
levantaba la falda a las niñas y las tocaba.
Era de casi todos los
días, llegaba a decirle a mi mamá lo que los niños de la junta nos hacían, pero
el bully a mí, todavía no me había tocado. Un buen día mi mamá cansada de
tanta queja me dijo: “Mamita, defiéndase
como pueda, yo ya estoy cansada de ir a poner la queja a la escuela y nadie hace nada”.
Un día que no fue la
maestra, el bully, nos encerró junto a otras compañeras en el aula. Mientras
dos lloraban en una esquina, yo trataba de abrir la puerta. Cuando se abalanzo
hacia mi y extendió su mano para tocarme, le enterré las uñas en el brazo e
intento soltarse, luego intentó tocarme con la otra mano e igual lo agarré y lo
aruñe, como pude salí del aula.
Al día siguiente, para
mi sorpresa, se presenta a la escuela con su papá y me llaman de la dirección,
porque el señor quería conocer a la cipota que le había hecho semejantes aruñones a su
hijo. El papá del bully, era un militar de esos que metían miedo en los 80’;
pero cuando ve a la escuálida guirra (o sea yo, quien pesaba en ese entonces
como 80 libras y tenía como diez años) que había aruñado a su hijo, arremete
contra él insultándolo y diciéndole que vergüenza debería sentir de que yo le
había hecho eso. Santo remedio no volvió intentar molestarme.
El Bullying
actualmente
En nuestra actualidad,
el bullying es un flagelo que no solo ha dañado la autoestimada de miles de
niños y adolescentes, sino que hasta ha provocado la muerte o el suicidio de
muchos de ellos.
Este fin de semana,
por medio de las redes sociales se hizo viral, el caso de un joven, hijo de una
familia pudiente de nuestro país, quien atacó a golpes e insultó a otro
muchacho de familia modesta (por así decirlo). El incidente se dio en los baños
de una escuela sampedrana, mientras sus compañeros lo filmaban o hablaban por
sus celulares, sin que nadie pudiera defenderlo o apartarlos.
El bullying, no es
justificable, desde ningún punto de vista. Los comentarios inmisericordes de
las personas en las redes sociales se volcaron en contra del muchacho que
agredió al otro, sin pensar por un momento, cómo él puede sentirse ante el
repudio general que causó su imprudencia.
¿Qué hacer si nuestros
hijos son victimas de bullying?
Indudablemente, a mis
hijos no les daría el consejo que me dio mi mamá, “defiéndanse como puedan”.
Como cristiana, debo enseñarles a amar al prójimo, aun a aquellos que
nos hacen daño o se burlan de nosotros. Les hablaría de Jesucristo, de cómo se
burlaron de Él y lo maltrataron por amor a nosotros. Les enseñaría de cuan
importantes y valiosos son para Dios y sus propósitos.
"El bully asume su propia autoridad. El se proclama juez, jurado y ejecutor... Todo lo que necesita es saciar su deseo de dominar a alguien más por razones egoístas... no reconoce ninguna autoridad ni siquiera la de Dios".
- Shepherd Press
El bully, se
enfrenta a un problema más grande en su hogar y en la sociedad. La desaprobación de sus padres, la falta de autoridad, la falta de amor, la falta de valores cristianos
y morales, la falta de respeto en lugar de miedo, la falta del amor de Dios y del perdón de Jesucristo. En el caso de
mi compañero que les conté, sufrió una macaneada de parte de su padre, por
haberse dejado aruñar por una niña más pequeña que él.
Probablemente, dirás “si como a tus hijos no les ha pasado”.
En una ocasión, a uno de mis hijos, otros niños le hicieron bullying, al verlo
llorar una niña de secundaria, fue a encararlos y a decirles que dejaran de
molestarlo. Gracias a Dios, no han vuelto ha hacerlo. ¿Qué hicimos con nuestro
hijo? Le dijimos, “tú sabes que no es
cierto lo que ellos te dijeron, tú sabes que Dios no te ve así, la próxima vez
ríete junto a ellos, no dejes que sus necias palabras te hieran”.
La forma como nuestros
hijos se sientan en su hogar, la forma como son tratados por sus padres, son
factores fundamentales para que ellos puedan desenvolverse afuera. Debemos preparar a nuestros hijos porque en algún momento van a ser víctimas del bullying. El mundo
buscará cualquier manera de despedazarlos o arrebatárnoslos, pero en nuestras
manos está el enseñarles la verdad a la luz de Cristo y su inigualable amor que
cubre multitud de pecados.
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