martes, 10 de noviembre de 2015

Empezando a hablar de sexo a nuestros hijos



Hace algunos días, se dio una triste noticia en nuestro país, tres niñas entre 12 y 13 años fueron encontradas muertas en circunstancias lamentables y trágicas; aparentemente una de las niñas estaba involucrada con maras. Con mi esposo nos sentimos alarmados de esa noticia, sentamos a nuestros hijos y comenzamos a hablarles de lo que puede suceder cuando uno se junta con malas compañías. A raíz de ello, con mi esposo, tomamos la decisión de hablarles más seguido de otros temas, incluyendo el sexo.


¿Por qué? Porque incluso (hipotéticamente hablando) que un niño nunca vea televisión o vaya al cine, él todavía va a estar expuesto al mundo y a su concepto erróneo de sexualidad. Podría escucharlo de otros niños con los que juega o compañeros de clase. El otro día mi hijo (de diez años) estaba viendo televisión y con tono exasperamente me dijo: “Mami, que cólera me da ver tele y que salgan mujeres peladas en todos los anuncios”. Desde temprana edad se ven expuestos a una sutil pornografía adulta.


Por más que queramos mantenerlos fuera del mundo, siempre de una u otra manera se verán expuestos. No esperes que otras entes como la escuela, el colegio o la universidad les platiquen a tus hijos sobre el sexo, ellos deben saberlo de primera fuente, y esa fuente fidedigna eres tú.


Es por eso, que Dios quiere que hables con sus hijos. Tus hijos necesitan escuchar en tu diario hablar lo que Dios dice y piensa acerca de la sexualidad. Necesitamos preparar a nuestros hijos sobre los engaños y mentiras de Satanás sobre el sexo. Ellos, deben saber que el noviazgo es sólo para el matrimonio, que no se pueden tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, no solo porque es pecado (que ya de por sí es gravísimo), sino porque les puede traer nefastas consecuencias e inclusive enfermedades.


¿Cómo comenzar está conversación?

No hables de sexo con tus hijos como lo hace el mundo, con folletos, libros, revistas, documentales o manuales; los contenidos gráficos o ilustraciones biológicas no son buenas para hablarles sobre el sexo a niños muy pequeños. Es mejor que sea sencillo y conceptual, como: “El sexo es algo especial que Dios creó para que las personas lo disfruten solo cuando están casadas. El sexo es una bendición porque Dios lo diseño para que mamá y papá pudieran estar juntos de una manera especial”. Comunícate con ellos, de forma que te pueden entender, sin que sea algo complejo o complicado.


“Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi entre los simples, consideré a un joven falto de entendimiento… Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, con atavío de ramera y astuta de corazón… Se asió de él, y le besó… Ven, embriaguemos de amores hasta la mañana; alegrémonos en amores… Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras… al punto se marchó tras ella, como el buey al degolladero y como el necio a las prisiones para ser castigado”. Proverbios 7


Proverbios 7 refleja lo que le sucede a un muchacho “falto de entendimiento”. El entendimiento pudo faltarle porque quizás no fue advertido, no fue enseñado, no tuvo una conversación con sus padres para que lo pudieran librar de esa mujer astuta que lo sedujo y lo envolvió como un insecto en la red de una araña.


Como madres cristianas, debemos actuar con sabiduría. Dentro de lo que queremos enseñarles a nuestros hijos debe estar lo que sucede con las consecuencias de la inmoralidad, no solo mostrarles que es malo, sino a protegerse sobre la debilidad que hay en su carne. Hay que decirles que cuando llegue la tentación, el sexo no va a parecer mal, va a parecer la más maravillosa experiencia que nunca han tenido, como lo hacen ver las series de Nickelodeon.


Es alarmante como los niños y niñas, están perdiendo su virginidad entre los 12 y 15 años provocando embarazos prematuros, truncando sus sueños, inducidos por una sociedad pervertida e inmoral. A nuestros hijos, no les puede faltar el entendimiento, deben atesorar y guardar los mandamientos, deben actuar con sabiduría e inteligencia, deben honrar a Dios con su cuerpo, mente y corazón.

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