viernes, 27 de noviembre de 2015

Alguien Especial




Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. Éxodo 19:5-6


Todas en algún momento de nuestra carrera espiritual tendemos a desanimarnos o desmotivarnos, al ver que no estamos corriendo con el ímpetu de los demás corredores o no tenemos la capacidad necesaria para emprenderla. Cuantas veces te has dicho: 

No soy lo suficientemente bueno para servir al Señor”,
 “No tengo ningún talento que ofrecerle”,
 “No soy nadie especial”.

Perdemos la perspectiva de cómo Dios nos ve, ya que al mirarnos tan sólo vemos nuestras incapacidades, limitaciones, fallas, debilidades, pecados, imperfecciones… pero, Dios nos ve como “Su especial tesoro”, no somos una persona más en este mundo, Él se tomó el cuidado de escogernos aún antes de la Creación para colocarnos en su cofre especial de tesoro.

La mayoría de nosotros crecemos bajo tres principios generalizados:
  1. Seré especial si atraigo físicamente a las personas y me admiran.
  2. Seré aceptada si mi desempeño es bueno y realizo grandes cosas en mi profesión.
  3. Seré importante si mi status social es alto y obtengo un lugar importante en la sociedad.

¿Qué sucede si no soy atractiva físicamente, si no logró una profesión rentable y por consiguiente no logró hacerme un buen nombre? Simplemente seré una más del montón en este mundo, pero para Dios no.

Lastimosamente, hemos sido programadas de esta manera; Hollywood y sus películas nos enseñan que la gente bonita o atlética  es popular y llegará a ser exitosa, que los inteligentes son unos “nerds” (aunque ahora están muy de moda por ser la nueva clase millonaria por las cosas que realizan) y los que se encuentren en el medio de ambos, simplemente son invisibles.

Yo soy especial no por lo que hago o por lo que poseo, sino por lo que Jesús hizo por mí en la cruz, muriendo por mis pecados y los de toda la humanidad; antes que formase la creación ya me había escogido para ser parte de su especial tesoro; no necesito hacer nada más para lograr su aprobación, tan sólo debo aceptar lo que Él ya hizo por mí para ser parte de su pueblo escogido.

“Si usted tiene su identidad en Cristo y su corazón está consagrado a ser la persona que Dios quiere que sea, nadie puede bloquearle el alcance de esta meta, salvo usted mismo. –Neil y Joanne Anderson”.


Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9

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