Hace muchos años cuando era una bebe espiritual en mi
Iglesia, deseaba ser una mujer piadosa, una mujer de oración, una buena
ayuda-idónea y madre; pero me sentía frustrada y a años luz en comparación con
otras mujeres con cierto grado de madurez espiritual.
Muchas de nosotras en algún punto de nuestras vidas deseamos
ser una:
-
Buena ayuda-idónea
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Mujer sabia
-
Mujer virtuosa
-
Mujer piadosa
-
Maestra del Bien
-
Mujer de influencia
¿Cómo lograrlo?
Por ejemplo lee el siguiente pensamiento:
“La esposa piadosa es bendecida cuando ama a Dios sobre todas
las cosas. Su palabra está escrita en su corazón y se demuestra en su vida.
Lucha contra el pecado que mora dentro de ella, pasa tiempo a solas con Dios en
lectura y oración. Su caminar y hablar son como luz en la tierra. Caminar con
el Señor permite que camine en armonía con su esposo”.- Mary Beeke
Desde mi punto de vista, pareciera algo ideal irrealizable.
Muchas veces nos ponemos estándares muy altos de la mujer que queremos ser y se
nos olvida que Dios tiene un propósito específico para nuestras vidas, y Él es
quien en su voluntad decidirá de qué forma le llevaremos gloria y honra.
Si me preguntas cuál de las mujeres anteriormente detalladas
soy, te diré lo que el Apóstol Pablo dijo:
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero
una cosa hago; olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo
está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús”. Filipenses 3:13-14
No pretendo haber alcanzado algo… Sé que mi deber ante Dios como
mujer casada es ser una buena ayuda-idónea. Sé que como su hija debo buscar su
sabiduría y por consiguiente me ayudará a ser una mujer virtuosa no ociosa. Sé
que debo reflejar la gracia y misericordia de Dios mostrando la misma piedad
que Él tuvo hacia mí. Sé (y este si es un mandato Tito 2:3-5) que soy llamada a
ser una Maestra del Bien que quiere influenciar a otras mujeres con las
enseñanzas de Jesucristo.
Vez como todo va relacionado, pero no me he puesto un
estándar porque sé que no podré seguirlo en mis fuerzas y llegaré a sentirme
frustrada. Simplemente he dejado que Dios me lleve de su mano y me muestre cuál
es Su voluntad para mi vida.
Te animo en que medites y ores pidiéndole a Dios que te
revele la forma como puedes honrarlo y glorificarlo, pon tu mirada en la meta
no en un estándar de mujer que quieres ser, lo demás vendrá por añadidura.
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