lunes, 12 de agosto de 2013

La Esposa Perfecta



Algunas definiciones del diccionario de la palabra “perfecta”:


-   “que tiene todas las cualidades necesarias”               ¿Quién yo?
-  “que tiene el mayor grado posible de bondad
     o excelencia en su línea”                                               ¡Difícilmente!
-   “completamente efectiva”                                             Ocasionalmente


Sabemos que no somos esposas perfectas. Y nuestros maridos también lo saben. Pero es posible mantenerlos tan felices que piensen que somos perfectas, porque en todos los detalles que a ellos más les importan, ¡hemos aprendido a complacerlos!


Ahora bien, no estoy hablando acerca de tratos engañosos ni de encantadoras manipulaciones diseñadas para aturdir a nuestros maridos para que nos adoren. A ellos no se les puede engañar fácilmente. Y, lo que es más importante, hay un mejor modo de complacerlos. Un modo que Dios puede honrar por cuanto se arraiga en el principio de servicio, 2 Corintios 4:5 dice: “… y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús”.


Por supuesto, esto no significa que tenemos que portarnos como personas serviles alrededor de nuestros maridos. Servir al marido por amor a Jesús es algo que no exige que seamos serviles como si fuéramos esclavas o geishas.


Comienza con mi actitud de pensamiento con respeto a mí misma. Esto incluye la búsqueda de modos, todo el tiempo, para ayudarlo y complacerlo. En palabras de Proverbios 31, esta clase de esposa le hará a su marido “bien y no mal todos los días de su vida”.


La conducta que lo complace a él fluye de una actitud interna que yo he escogido para mí misma. Esa actitud, es que mi marido sea el rey de mi casa y el rey de mi vida matrimonial. Después del Señor, él es la persona a quien más quiero agradar. Después de Cristo, él ocupa el primer lugar en mi lista de prioridades.


Las recompensas de esta actitud, son que cuanto más complazcas a tu marido, tanto más ha de anhelar él complacerte a ti. Cuanto más intente él complacerte, tanto más vas a sentirte feliz en satisfacerlo, y tanto más vas a tratar de hacer las cosas que lo hacen feliz.


La mujer que se siente bella va a ser bella para su marido cuando los dos están juntos a solas; y mucho más libre de inhibiciones para la relación amorosa. Tú y yo sabemos como el tiempo y los embarazos han cambiado nuestro cuerpo, ya no tenemos aquella misma figura de la que ellos se enamoraron, pero si ellos logran la  respuesta amorosa que desean, jamás pensarán en las imperfecciones de nuestro cuerpo.


Por otra parte, Dios le ha dado a la mujer un poder capacitador, si lo utiliza para Su propósito (1 Pedro 3:1-2). ¿Cómo ocurre esto? Entregando tu actitud al Señor y luego comenzando a ser, decir y hacer lo que sabes que es bueno. Comprende que al complacer a tu marido, a la vez estás obedeciendo y complaciendo al Señor.


Que esto sea una ofrenda de amor para ambos. El Señor no te obligará a que hagas nada. No te cambiará sin tu cooperación. Tú no eres un robot ni un títere. Pero si sabes cuál es la actitud que debes tener, entonces tienes que decir: “Está bien, con la ayuda de Dios que opera en mí, voy a ser diferente”. Y luego, comienza a ponerlo en práctica.


El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón. Salmos 40:8

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