Algunas
definiciones del diccionario de la palabra “perfecta”:
- “que
tiene todas las cualidades necesarias” ¿Quién
yo?
- “que
tiene el mayor grado posible de bondad
o excelencia en su línea” ¡Difícilmente!
- “completamente
efectiva” Ocasionalmente
Sabemos
que no somos esposas perfectas. Y nuestros maridos también lo saben. Pero es
posible mantenerlos tan felices que piensen que somos perfectas, porque en
todos los detalles que a ellos más les importan, ¡hemos aprendido a
complacerlos!
Ahora
bien, no estoy hablando acerca de tratos engañosos ni de encantadoras
manipulaciones diseñadas para aturdir a nuestros maridos para que nos adoren. A
ellos no se les puede engañar fácilmente. Y, lo que es más importante, hay un
mejor modo de complacerlos. Un modo que Dios puede honrar por cuanto se arraiga
en el principio de servicio, 2 Corintios 4:5 dice: “… y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús”.
Por
supuesto, esto no significa que tenemos que portarnos como personas serviles
alrededor de nuestros maridos. Servir al marido por amor a Jesús es algo que no
exige que seamos serviles como si fuéramos esclavas o geishas.
Comienza
con mi actitud de pensamiento con respeto a mí misma. Esto incluye la búsqueda
de modos, todo el tiempo, para ayudarlo y complacerlo. En palabras de
Proverbios 31, esta clase de esposa le hará a su marido “bien y no mal todos los días de
su vida”.
La
conducta que lo complace a él fluye de una actitud interna que yo he escogido
para mí misma. Esa actitud, es que mi marido sea el rey de mi casa y el rey de
mi vida matrimonial. Después del Señor, él es la persona a quien más quiero
agradar. Después de Cristo, él ocupa el primer lugar en mi lista de prioridades.
Las
recompensas de esta actitud, son que cuanto más complazcas a tu marido, tanto
más ha de anhelar él complacerte a ti. Cuanto más intente él complacerte, tanto
más vas a sentirte feliz en satisfacerlo, y tanto más vas a tratar de hacer las
cosas que lo hacen feliz.
La
mujer que se siente bella va a ser bella para su marido cuando los dos están
juntos a solas; y mucho más libre de inhibiciones para la relación amorosa. Tú
y yo sabemos como el tiempo y los embarazos han cambiado nuestro cuerpo, ya no tenemos aquella misma figura de la que ellos se enamoraron, pero si
ellos logran la respuesta amorosa que
desean, jamás pensarán en las imperfecciones de nuestro cuerpo.
Por
otra parte, Dios le ha dado a la mujer un poder capacitador, si lo utiliza para Su propósito (1 Pedro 3:1-2). ¿Cómo ocurre esto? Entregando tu actitud al Señor y luego
comenzando a ser, decir y hacer lo que sabes que es bueno. Comprende que al
complacer a tu marido, a la vez estás obedeciendo y complaciendo al Señor.
Que
esto sea una ofrenda de amor para ambos. El Señor no te obligará a que hagas
nada. No te cambiará sin tu cooperación. Tú no eres un robot ni un títere. Pero
si sabes cuál es la actitud que debes tener, entonces tienes que decir: “Está
bien, con la ayuda de Dios que opera en mí, voy a ser diferente”. Y luego,
comienza a ponerlo en práctica.
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón. Salmos 40:8
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