Sin duda alguna, tener novio, es una experiencia con la que toda mujer sueña desde su adolescencia y desea con ansias que llegue el momento en que algún hermano en Cristo la despose. Pero a medida que pasan los años y se entra en la etapa adulta, esa espera desespera a muchas jóvenes, ven con recelo su reloj hormonal, piensan que Dios se ha olvidado o está muy ocupado y comienzan por sí mismas a buscar "el novio de sus vidas".
Buscar novio fuera de los parámetro de Dios, es el peor error que se puede llegar a cometer. Hace algunos días leía este párrafo en el libro "La Mujer que Prospera" de Panasiuk:
"Muchas mujeres llegamos al casamiento con uno de dos síndromes:
a) El Síndrome de la Cenicienta: Este es mi Príncipe Azul y (a pesar de que estoy segura que debe tener alguna), no le encuentro ninguna falla.
b) El Síndrome de La Bella y La Bestia: Si, es cierto que es una bestia, pero denme cuatro meses y lo convertiré en todo un caballero.
Te puedo asegurar que en casi veinte años que tengo de casada, hay cosas que no me agradan de mi esposo (y sé que hay cosas que a él no le agradan de mí) y que no he logrado cambiar, hay otras que sin duda ha cambiado, pero no ha sido logro mío, sino del Espíritu Santo que mora tanto en mi esposo como en mí. Solo el Espíritu Santo, tiene la capacidad de transformar y lograr un cambio trascendental en nuestras vidas. Entonces, ¿qué sucede si tu novio o pretendiente, no ha aceptado a Cristo como su Salvador y por consiguiente, no tiene el Espíritu Santo morando en Él?
Recuerdo hace algún tiempo, fuimos con mi familia a almorzar a un restaurante; entre las cosas que había pedido, estaba una ensalada de papas y fruta. Cuando comencé a saborearla, no me gustó, no eran frutas frescas, era tutti frutti de lata con ensalada de papas. ¿Sabes que hice? Tuve que comerla aunque no me gustara, ¿Por qué? Una, no me gusta desperdiciar la comida y dos, no me gusta malgastar el dinero. Así que solo trague aquello que me sabía horrible.
Lo mismo sucede cuando aceptas una relación con alguien que no es hijo de Dios. Quizás pienses, que puedes mejorar su sabor con tu encanto, que podrás llevarlo a la iglesia, que Dios escuchara tus oraciones y lo transformará en el hombre que siempre quisiste, pero al final, aquellas pequeñas imperfecciones que hasta te parecían graciosas cuando eran novios, las verás tal cual son cuando convivas diariamente con él y probablemente lamentarás, el no haber esperado el tiempo de Dios.
Muchas jóvenes hoy en día, tienen menos de lo que se merecen por no esperar el tiempo de Dios o aceptar su voluntad, van al mundo, buscan al elegido y luego pretenden que Dios les de el "visto bueno" a su relación, cuando Dios no trabaja así. Otras jóvenes, se conforman con una falsificación de cristiano. Recuerden lo que dice la Biblia:
"No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos". Mateo 7:21
La clave está en que ambos busquen hacer la voluntad de Dios, por ello, es Dios se encarga de buscarnos la persona adecuada. Además, recuerda que Dios nos creo para ser la "ayuda idónea" del hombre que Él creó para nosotras.
Cuando buscas a alguien, es porque esperas llenar tu necesidad de compañía, seguridad o para acallar a quiénes te dicen "solterona"; ahí es donde pueden aparecer muchas falsificaciones de cristianos, ¿cómo puedes distinguirlos de uno verdadero? Un cristiano de verdad:
a. Ama a Dios por sobre todas las cosas
b. Es de buena reputación de acuerdo a los principios
c. Se reúne y sirve fielmente en la Iglesia
Pienso que Dios tiene a un hombre especialmente diseñado para ti, siempre y cuando esa sea la voluntad de Dios para tú vida. Quizás tengas que esperar por algún tiempo; mientras eso sucede, ama a Dios con toda tu alma, con todo tu cuerpo y con toda tu mente, entonces estarás lista para poder a amar al hombre que Él escoja para tu vida, porque cuando buscas por tu cuenta, estás dejando a Dios en un segundo plano y Él no se conforma con menos de ser el primero en tu vida.
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