martes, 30 de mayo de 2017

Cuando te frustras con las personas


Cuando rechazamos el control del Espíritu Santo, le damos a las personas el control de nuestra vida o le permitimos a nuestras emociones desbordarse sin meditar en las consecuencias, actuamos sin control alguno, le damos lugar a la frustración o al enojo. Por ejemplo; cuando nos molestamos por las faltas de nuestros hijos o cónyuge, le estamos dando lugar a las emociones.

¿Es esto lo que realmente queremos? No lo creo.
El ejemplo anterior, significa que estamos siendo controladas por la carne y no por el Espíritu de Dios. En Gálatas 5 Pablo dice, que caminemos por el Espíritu, de modo que no debemos satisfacer los deseos de la carne. Si deseamos el control del Espíritu Santo, entonces debemos perseguir su fruto. (Ver Gálatas 5:22-23) Pero, si escuchamos a nuestra carne, Dios no será tomado en cuenta. Nuestra carne no está interesada en obedecer a Dios o buscar su ayuda. Nuestra carne, desea todos los días que seamos una persona pecadora distinta a la que el Espíritu de Dios desea dominar. (Efesios 2:1-3)

"Entre ellos todos nosotros también vivimos en otro tiempo. Seguíamos los deseos de nuestra naturaleza humana y hacíamos lo que nuestra naturaleza y nuestros pensamientos nos llevaban a hacer. Éramos por naturaleza objetos de ira, como los demás". Efesios 2:3

Aquí hay algunos ejemplos, de cómo somos controlados por otros: Cuando somos envidiosas, egoístas, orgullosas, enojadas, resentidas, cuando mantenemos un registro de los errores que nos cometen. Estas son todas las cosas que el amor, el fruto del Espíritu, no es.

Cuando tú y yo, participamos en estos pensamientos, le hemos dado el control de nuestras vidas a una persona distinta del Espíritu Santo. Cuando nuestra mente está, constantemente dejándose irritar por lo que otros hacen, estamos gratificando nuestra carne, nos estamos negando a ser controladas por el Espíritu.

"Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado)..." Efesios 2:4-5

El amor lo abarca todo. Debemos ser constantes, de manera consciente amar a Dios todo el tiempo para poder darle amor a los demás aunque nos fallen o aunque nosotras también fallemos. Busquemos a Dios, confiemos en su Palabra, permitamos que el poder de su Espíritu ejerza dominio sobre nuestra carne. Esto evitará que actuemos sin control alguno o que permitamos que otros controlen nuestra vida.

El amor o la frustración, es una cuestión de control.

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