lunes, 26 de diciembre de 2016

Inicia un nuevo año sin procrastinar



La última semana del año debería llamarse "La semana de los frustrados", la mayoría de las personas nos detenemos a pensar en lo que hicimos, lo que no hicimos, lo que nos hubiera gustado hacer durante el año que está por terminar, pero que al final dejamos inconcluso, el diccionario lo encierra en una palabra "procrastinar".


¿Qué es procrastinar?
Dicho en una sola palabra es "aplazar o posponer". Es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes. Es un trastorno de comportamiento.


Todas amamos la comodidad y detestamos los cambios, hasta que el mismo Dios, tiene que movernos el piso y darle un vuelco a nuestra vida para que avancemos o hagamos aquellas cosas que hemos dejado a medio palo o que nunca nos tomamos ni siquiera la molestia de iniciar. He estado leyendo un libro, el cual me hizo darme cuenta, de varias cosas que yo ya sabía, pero que durante años he estado posponiendo, entre ellas...

1. Fortalecer mi crecimiento espiritual
2. Emprender un negocio formalmente
3. Vencer mis miedos al fracaso


Todas en algún momento de nuestras vidas, le tememos al fracaso y dejamos que la vida y las oportunidades se vayan y al final acabamos frustradas por aquello que no hicimos. ¿Haz escuchado a personas o alguna vez has dicho: "Me hubiera gustado tener un negocio", "me hubiera gustado terminar mis estudios", "me hubiera gustado crear un ministerio"; "me hubiera gustado aprender a...", los "hubieras" son la tumba de los sueños no realizados, pero que recordamos con cierta nostalgia y tristeza.


"No dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy".


Cómo iniciar un nuevo año sin procrastinar

1. Haz un plan
No hagas como la mayoría de las personas que comienzan el año, corriendo en las calles por simple emoción sin ninguna motivación y al segundo mes, ya están cansadas y desmotivadas. Hazte preguntas sinceras:

¿Dónde quiero ir en la vida?
¿Qué dirección voy a tomar?
¿Glorifica a Dios mis decisiones?

Busca a Dios en oración para que te guíe y puedas contar con su bendición. Si al final del mes no avanzaste mucho, no te desanimes. Chequea nuevamente tu plan, haz ajustes y por ningún motivo tires la toalla.

"Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados". Proverbios 16:3


2. Busca a quien rendirle cuentas
Busca personas que te orienten y te digan abiertamente lo que piensan de ti y del plan que piensas llevar a cabo. Yo tuve que hablar con mi esposo, y le dije "siento que he postergado muchas cosas en mi vida, no quiero tomar decisiones sin tú aprobación, pero me gustaría hacer esto y esto, ¿qué piensas?" Sus palabras fueron muy animantes y retantes. Lo primero que me dijo fue "haz un plan, mes a mes, mira como vas avanzando". Sé que dentro de un mes volveremos a tener está conversación y no me dejará tranquila, hasta que me vea en acción.

"El que tiene en poco la disciplina menosprecia su vida, pero el que acepta la reprensión adquiere entendimiento". Proverbios 15:32


3. Busca capacitación
Si es algún negocio que deseas emprender, toma cursos relacionados que te puedan ayudar a hacer más eficiente tu negocio, hay cursos gratuitos en línea o en la Cámara de Comercio. Todo emprendimiento cuesta al inicio, lo cual requiere perseverancia y determinación. Si son tus estudios que deseas retomar, busca aquellos que no te van a alejar de Dios. No permitas que una aparente bendición se convierta en un tropiezo para tu vida.

"El camino de la vida es hacia arriba al entendido, para apartarse del Seol abajo". 
Proverbios 15:24


4. Borra de tu mente la palabra "fracaso"
Nuestro peor enemigo somos nosotras mismas. Todas le tenemos miedo al fracaso, pero debemos ver el fracaso como una oportunidad para hacer las cosas diferentes, para mejorarlas, para corregir deficiencias, pero sobretodo para saber lo que Dios nos quiere enseñar a través de esa situación.

"Las suertes se echan en el regazo; pero el resultado depende del Señor". Proverbios 16:33

jueves, 22 de diciembre de 2016

María, sabía que...




"María, sabías que..." Es una de las canciones más hermosas que captan por lo que María pasaría como madre de Jesús. María era una mujer joven, probablemente una adolescente. No había nada especial en ella. La primera vez que leemos sobre ella, es en el primer capítulo de Lucas, cuando se encuentra con el ángel Gabriel.


Visiblemente sorprendida por el saludo del ángel, es confortada por sus palabras que cambiarían totalmente su vida. Iba a convertirse en madre, siendo virgen. Se le dijo, que su hijo crecería para tomar el trono del Rey David y que su reino no tendría fin. Hasta ahora, todo parecía bien, pero quién sería el padre del bebé?


Su bebé no sería un niño ordinario. María, una mujer joven, una pecadora salvada por gracía, estaba perturbada, confundida y asustada. Le habían dado el mensaje más sorprendente que alguna mujer había oído. Ella sería la madre del Salvador del mundo.


Gabriel le contesta que va a quedar embarazada por el Espíritu Santo. Su hijo no tendría un padre humano, él sería el hijo de Dios, el Mesías. Al instante, lo ordinario se hizo completamente extraordinario. En este momento, María, la chica común, hizo algo extraordinario. Con fe, ¡ella creyó la palabra de Dios!


En lugar de preocuparse por todo lo que podría cambiar en su vida, sobre cómo iba a tener una conversación incómoda con José acerca de su embarazo, María respondió con estas palabras de fe:


"... He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra". Lucas 1:38


¡Qué disposición tan sorprendente! María sabía que su vida cambiaría radicalmente, no sería esa mamá común y corriente que instruye, enseña, aconseja, corrige, guía, atiende, cría... sería la madre del Salvador del mundo, pero no se aferró a eso ni se sintió super especial. Años después, vemos que cuando el niño Jesús, se les extravía en el templo, en Lucas 2:51 se describe: "... y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón".


A las madres nos cuesta entender que nuestros hijos son prestados por Dios, y nos aferramos a ellos como si fueran propios, sabiendo que su Padre Celestial podría llegar a hacer cosas extraordinarias con personas ordinarias como ellos o como nosotras. 


Surge otra reflexión del ejemplo de María: ¿Cómo está tu disposición hacia Dios?