jueves, 6 de octubre de 2016

Las falsas expectativas en nuestros hijos



El vivir para nuestros hijos va a arruinar nuestra vida y la de ellos. Si nuestras esperanzas y sueños están ligados a los de nuestros hijos, será decepcionante e incluso tendrá un final amargo. Si esperamos que los niños nos proporcionen la comodidad y el apoyo que sólo puede venir de Dios, saldremos profundamente heridas. Dios no desea que tengamos otros dioses delante de él. Dios no desea que pongamos a alguien más en primer lugar en nuestras vidas. Su primera lealtad debe ser a Dios y sólo a Dios.

Los niños que se han convertido en los únicos objetos de los sueños y aspiraciones de sus padres no pueden soportar ese terrible peso. Este enfoque desequilibrado del niño es en realidad una forma de abandono relacional. No son los niños que están siendo atendidos, sino los propios intereses de los padres.

Los padres, que aman a Dios, que aman a su cónyuge, preparan a sus hijos para el mundo peligroso que está esperando por ellos, el hacer otra cosa fuera de esto, hará que su amor para sus hijos sea para su propio beneficio. El intentar vivir la vida a través de nuestros hijos, nos consumirá y a ellos también. ¡No vivamos para nuestros hijos. Vivamos para Dios!

Si no podemos amar a Dios en primer lugar, no seremos capaces de amar de verdad a nuestros hijos. Enseñemosles incluso a los más pequeños, que no son el centro del mundo. Dios ya ha afirmado su posición y no la quiere compartir con nadie.

"La vara y la corrección imparten sabiduría, pero el hijo consentido avergüenza a su madre". Proverbios 29:15

martes, 4 de octubre de 2016

La segunda decisión más importante de tu vida



Mi nombre es Jasmin Blanco, aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador es la primera decisión más importante de nuestra vida y yo tuve el privilegio de aceptarlo a mis 15 años de edad.

Comencé a ser una creyente que sólo iba a la iglesia como parte de mi rutina, sin crecimiento espiritual, sin convicciones, sin el deseo de conocer más a Dios y por tanto con los mismos pensamientos y formas de vivir del mundo. Era el tipo de joven que pensaba que cuando me casara era donde realmente iba a comenzar mi felicidad.

Recuerdo pensar mucho en cómo quería que fuera mi futuro esposo, en mi mente me decía: "Quiero un buen hombre; alguien que sea romántico, atento, alegre, profesional, que sea un hombre que no fume ni beba, que no sea mujeriego y que me quiera". Esas eran las cualidades primordiales que yo buscaba en alguien.

A medida fue pasado el tiempo fui teniendo relaciones amorosas que me hicieron pasar por momentos dolorosos que pude haber evitado si tan sólo hubiera puesto todo en manos de Dios. Hubo una en específico que me hizo llegar a la intimidad de mi cuarto y con lágrimas en los ojos arrodillarme delante del Señor y pedirle que sanara mi corazón, porque sabía Él tenía el poder para hacerlo, y lo hizo, fue increíble porque en poco tiempo sanó la herida sentimental que había en mí.

Pero ¿Adivinen qué? Ni con esas malas experiencias yo cambiaba mi forma de pensar, seguía teniendo la idea de pasar mi vida con un "buen" hombre que tuviera las cualidades que les mencioné anteriormente. Esto es un claro ejemplo que aún estaba muy alejada de lo Dios deseaba para mí como su hija.  

A mis 26 años conocí a una persona con quién comencé un noviazgo formal, era un hombre justamente con las cualidades que yo quería pero no era creyente y en realidad eso no me importaba porque yo creía tener la capacidad de cambiarlo, pensaba que compartiéndole el Evangelio y llevándolo a la iglesia todo se podía resolver olvidando aquel mandato, que dice en 2 Corintios 6:14...

"No se unan ustedes en un mismo yugo con los que no creen".

Sinceramente la relación duró sólo dos meses pero en ese corto tiempo Dios sí que cambió mi forma de pensar y hacerme ver lo que en realidad él quería para mi vida. Curiosamente en ese tiempo me llamaba mucho la atención leer artículos sobre el noviazgo cristiano, artículos a través de los cuales no dudo que el Señor me estaba hablando.

Recuerdo que leí la historia de una pareja comprometida de la misma iglesia en la que me reúno pero de otra ciudad y ésta persona en su artículo contó que alguien le había dicho las siguientes palabras: "Su matrimonio no tendrá sentido si juntos no hacen la gran comisión". Cuando leí eso, lloré y le dije al Señor con todo mi corazón que eso mismo es lo que yo deseaba para mí vida.

Entonces comenzaron las dudas y las preguntas acerca de si con la persona que estaba podríamos hacer juntos la gran comisión, crecer y hacer la voluntad del Señor. Fui sincera conmigo misma y me dije: "NO", así que decidí honrar al Señor terminando la relación y comencé a pedirle a Dios en oración por un hombre creyente, por un hombre que me animara a crecer espiritualmente, que me acercara más al corazón de Él en lugar de alejarme, por un hombre que fuera temeroso de su palabra y que juntos tuviéramos la misma visión.

En menos de un año el Señor puso en mi camino de forma inesperada a un joven llamado Sergio. Sergio asiste a la misma iglesia que yo, sólo que en otro país, es salvo, está creciendo en el Señor, tiene el mismo deseo de hacer la gran comisión, incluso en mis oraciones fui tan específica en cualidades como su color de piel y su temperamento que cuando lo conocí no tuve duda que era la respuesta a mis oraciones, y lo más importante, él estaba muy interesado en mí.

Así que en poco tiempo y bajo dirección, me propuso comenzar un tiempo de cortejo, el cual acepté.  En ese tiempo recordé que alguien una vez en medio de un consejo, me dijo: "Cuando algo proviene de Dios, ese algo nos llena de paz"; y era lo que yo sentía en ese momento con Sergio, estaba tan agradecida con el Señor que en cada oración le daba las gracias por haberlo puesto en mi camino.

Fijamos una fecha para decidir si pasábamos a la siguiente etapa o no. Y algo que nos ayudó mucho fue la dirección de nuestros pastores y estar en íntima relación con el Señor para tener claridad de lo que queríamos y hacer las cosas bien para honrar su nombre. Estábamos seguros que lo que queríamos era un compromiso formal, así que cuando llegó el ansiado día, él me esperaba con un anillo porque desde un inicio me hizo saber que quería que yo fuera su esposa, y por supuesto que le dije que ¡SI! A la fecha estamos comprometidos y deseosos de hacer su voluntad en nuestra relación.

Decidir pasar el resto de mi vida con Sergio fue la segunda decisión más importante de mi vida y me llena de paz saber que esa decisión fue guiada por el Señor, Él se encargó de los detalles más pequeños de esta historia y me hizo conocer su voluntad que siempre fue buena, agradable y perfecta.


No dudo que el Señor tiene una historia diferente para tu vida, pero cada historia de amor debe de tener un fin en común, decidir honrar a Dios para él pueda honrarte, tal como dice en su Palabra: 

…"Yo honro a los que me honran…"