lunes, 19 de septiembre de 2016

Las hormonas, las emociones y el corazón






Sobre toda cosa guarda, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Proverbios 4:23


El Rey Salomón nos enseña que el corazón debe ser custodiado por encima de todo. A través de la Biblia, el Espíritu Santo nos ha dejado una guía para la comprensión de las emociones. Bíblicamente, las emociones pueden ser como los primeros auxilios del corazón. Si el corazón está bien custodiado las emociones pueden trabajar en favor nuestro, no en contra. Si el corazón no está protegido, las emociones pueden causar mucho daño.


Las mujeres sufrimos cambios hormonales durante los períodos de la menstruación, los embarazos y la menopausia. Esto, pueden provocar drásticos cambios en nuestro estado emocional. Algunas nos ponemos temperamentales, otras lloronas, otras malhumoradas... pero no existe ningún verso en la Biblia que nos de la razón, porque todo tiene que ver en la forma cómo ejercemos dominio propio sobre nuestro corazón y permitimos que el Espíritu Santo ejerza dominio sobre nuestros estados de ánimo.


He escuchado a mujeres decir que durante sus embarazos sentían rechazo hacia sus esposos. Lo que yo hacia, durante mis embarazos era orar para no hacer sentir rechazado a mi esposo, para satisfacerlo a pesar de mi estado que me mantenía cansada casi todo el tiempo. En mis períodos menstruales, trato de no ponerme llorona, percibo que mi estado anímico baja, esa es una alarma que me envía el Espíritu para no dejar que mi corazón se salga con la suya. Durante ese período, trato de no dejarme llevar por lo que está pasando dentro de mi para que no cause un daño colateral en mi esposo e hijos.


Recientemente, he estado experimentado los inicios de la menopausia. ¡¡¡¿La menopausia?!!! ¡Wow, esto si va a ser intenso!, porque el período que duran los achaques, es a largo plazo. Ya comencé con los calores, los sofocos, a veces me pongo llorona; pero trato de sobrellevarla de la mejor manera y no dejarme sucumbir por los cambios que está experimentando mi cuerpo. Otras mujeres, durante esta etapa, caen en depresión o desanimo.


No podemos permitir que nuestra emociones ejerzan dominio sobre nuestro corazón. A través de los Salmos podemos, ver los estado de ánimo del Rey David, cuando fue perseguido por Saúl, cuando sentía que la muerte lo acechaba y sus enemigos estaban cerca para prenderlo, él le hablaba a su corazón, a su alma de la siguiente manera:


¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío? Salmos 42:5


David, le expresaba a Dios cómo se sentía, cómo su abatido corazón desfallecía, pero al mismo tiempo, exaltaba y esperaba en Dios, porque sabía que Él era su salvación. Dios desea que le pidamos por protección emocional, esta es la razón por la que debemos hablar de lo maravilloso y poderoso que Dios es en nuestras vidas.


Como dice el Salmista, el abatimiento (estados de ánimo bajos) son parte de la vida, pero al mismo tiempo, el Salmista nos llama de vuelta a la realidad de quién es Dios para nosotras. La respuesta, a estar desanimadas es centrarse en la alabanza a Dios nuestro Salvador. Si son quince, veinte, treinta, cuarenta o cincuenta o más, la alabanza del corazón es la clave para la protección de las emociones, en lugar de sucumbir y herir a los seres queridos.


El primer paso para llevar a la práctica esto, es lo que hacía el Rey David en el Salmos 42, auto-hablarnos, hablarle a nuestro corazón para caiga en razón de que no nos domina, porque el Espíritu Santo ejerce su dominio en nosotras. Esto muy importante. No parecerás loca hablándote a ti misma, sino que te estás diciendo no quiero estar así, porque Dios es mi esperanza. Todas nacemos con un corazón perverso, esto significa que las emociones no se protegen por sí solas, porque pueden causar mucho daño.


"Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta (escribe tu nombre), afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada". Lucas 10:41-42


Como podemos observar, Marta se dejo llevar por sus emociones, le dio rienda suelta a su malestar, al punto de interrumpir al Maestro. Jesús lo que vio fue una mujer afanada y turbada que no lo estaba escuchando, que no lo estaba conociendo, que no estaba enfocándose en la mejor parte. En cambio, María, había experimentado lo importante que es escuchar la voz de Jesús y aprender sus enseñanzas. Muchas veces, caemos en la situación de Marta, pensamos que lo que nos pasa es más importante que lo que Dios nos está diciendo en la Palabra.


Sin embargo, al igual que con otras partes de la vida cristiana, el cambio se produce a medida que experimentemos una profunda relación personal con Dios. En vez de ser egoístas y pensar de nuestros esposos "es que como es hombre, no me entiende" o "es que nadie me entiende"; en lugar de usar a los demás, como excusa injustificada de nuestros estados de ánimo, acerquémonos a Dios, pidiéndole protección por nuestro corazón. Busquemos hermanas de confianza a quiénes podemos abrir nuestra vida y puedan platicarnos sus experiencias, no nos aislemos ni nos encerremos en nuestro "yo". En vez de darle rienda suelta a las emociones, defendiendo nuestras malas actitudes, busquemos la santidad y reflejar la gloria de Dios a través de cada una de las etapas de nuestras vidas.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Nuestros hijos y el bullying



Para todos aquellos que somos de la Generación X, que fuimos niños y/o adolescentes entre los 70’ y 80’, el termino “bullying”, era totalmente desconocido. No sufríamos de tantos problemas asociados e inventados por la Psicología infantil, sino que a nuestra manera, resolvíamos las cosas, con frases como: “a la salida te espero” o “nos vemos en el recreo” y a trompadas (por lo general los varones) arreglaban así sus diferencias.


Mis encuentros con el Bullying

Yo estudie en una escuela pública, a la cual asistían niños de la extinta “Junta Nacional de Bienestar Social”. Eran niños con problemas familiares o que habían sido abandonados a su suerte, la mayoría de ellos, nos arrebatan la comida o nos quitaban el dinero. Me ponían apodos como "la brujita", "varita de cohete", "el corre caminos". Pero ese, no era el problema más grave al que debía enfrentarme a diario con mis demás compañeras. Teníamos de compañero un bully (agresor), que le levantaba la falda a las niñas y las tocaba.


Era de casi todos los días, llegaba a decirle a mi mamá lo que los niños de la junta nos hacían, pero el bully a mí, todavía no me había tocado. Un buen día mi mamá cansada de tanta queja me dijo: “Mamita, defiéndase como pueda, yo ya estoy cansada de ir a poner la queja a la escuela y nadie hace nada”.


Un día que no fue la maestra, el bully, nos encerró junto a otras compañeras en el aula. Mientras dos lloraban en una esquina, yo trataba de abrir la puerta. Cuando se abalanzo hacia mi y extendió su mano para tocarme, le enterré las uñas en el brazo e intento soltarse, luego intentó tocarme con la otra mano e igual lo agarré y lo aruñe, como pude salí del aula.


Al día siguiente, para mi sorpresa, se presenta a la escuela con su papá y me llaman de la dirección, porque el señor quería conocer a la cipota que le había hecho semejantes aruñones a su hijo. El papá del bully, era un militar de esos que metían miedo en los 80’; pero cuando ve a la escuálida guirra (o sea yo, quien pesaba en ese entonces como 80 libras y tenía como diez años) que había aruñado a su hijo, arremete contra él insultándolo y diciéndole que vergüenza debería sentir de que yo le había hecho eso. Santo remedio no volvió intentar molestarme.


El Bullying actualmente

En nuestra actualidad, el bullying es un flagelo que no solo ha dañado la autoestimada de miles de niños y adolescentes, sino que hasta ha provocado la muerte o el suicidio de muchos de ellos.


Este fin de semana, por medio de las redes sociales se hizo viral, el caso de un joven, hijo de una familia pudiente de nuestro país, quien atacó a golpes e insultó a otro muchacho de familia modesta (por así decirlo). El incidente se dio en los baños de una escuela sampedrana, mientras sus compañeros lo filmaban o hablaban por sus celulares, sin que nadie pudiera defenderlo o apartarlos.


El bullying, no es justificable, desde ningún punto de vista. Los comentarios inmisericordes de las personas en las redes sociales se volcaron en contra del muchacho que agredió al otro, sin pensar por un momento, cómo él puede sentirse ante el repudio general que causó su imprudencia.


¿Qué hacer si nuestros hijos son victimas de bullying?

Indudablemente, a mis hijos no les daría el consejo que me dio mi mamá, “defiéndanse como puedan”.  Como cristiana, debo enseñarles a amar al prójimo, aun a aquellos que nos hacen daño o se burlan de nosotros. Les hablaría de Jesucristo, de cómo se burlaron de Él y lo maltrataron por amor a nosotros. Les enseñaría de cuan importantes y valiosos son para Dios y sus propósitos.


"El bully asume su propia autoridad. El se proclama juez, jurado y ejecutor... Todo lo que necesita es saciar su deseo de dominar a alguien más por razones egoístas... no reconoce ninguna autoridad ni siquiera la de Dios". 
- Shepherd Press


El bully, se enfrenta a un problema más grande en su hogar y en la sociedad. La desaprobación de sus padres, la falta de autoridad, la falta de amor, la falta de valores cristianos y morales, la falta de respeto en lugar de miedo, la falta del amor de Dios y del perdón de Jesucristo. En el caso de mi compañero que les conté, sufrió una macaneada de parte de su padre, por haberse dejado aruñar por una niña más pequeña que él.


Probablemente, dirás “si como a tus hijos no les ha pasado”. En una ocasión, a uno de mis hijos, otros niños le hicieron bullying, al verlo llorar una niña de secundaria, fue a encararlos y a decirles que dejaran de molestarlo. Gracias a Dios, no han vuelto ha hacerlo. ¿Qué hicimos con nuestro hijo? Le dijimos, “tú sabes que no es cierto lo que ellos te dijeron, tú sabes que Dios no te ve así, la próxima vez ríete junto a ellos, no dejes que sus necias palabras te hieran”.



La forma como nuestros hijos se sientan en su hogar, la forma como son tratados por sus padres, son factores fundamentales para que ellos puedan desenvolverse afuera. Debemos preparar a nuestros hijos porque en algún momento van a ser víctimas del bullying. El mundo buscará cualquier manera de despedazarlos o arrebatárnoslos, pero en nuestras manos está el enseñarles la verdad a la luz de Cristo y su inigualable amor que cubre multitud de pecados.