lunes, 11 de agosto de 2014

La Mujer que Quiero Ser



Hace muchos años cuando era una bebe espiritual en mi Iglesia, deseaba ser una mujer piadosa, una mujer de oración, una buena ayuda-idónea y madre; pero me sentía frustrada y a años luz en comparación con otras mujeres con cierto grado de madurez espiritual.

Muchas de nosotras en algún punto de nuestras vidas deseamos ser una:

-          Buena ayuda-idónea
-          Mujer sabia
-          Mujer virtuosa
-          Mujer piadosa
-          Maestra del Bien
-          Mujer de influencia

¿Cómo lograrlo?

Por ejemplo lee el siguiente pensamiento:

“La esposa piadosa es bendecida cuando ama a Dios sobre todas las cosas. Su palabra está escrita en su corazón y se demuestra en su vida. Lucha contra el pecado que mora dentro de ella, pasa tiempo a solas con Dios en lectura y oración. Su caminar y hablar son como luz en la tierra. Caminar con el Señor permite que camine en armonía con su esposo”.- Mary Beeke

Desde mi punto de vista, pareciera algo ideal irrealizable. Muchas veces nos ponemos estándares muy altos de la mujer que queremos ser y se nos olvida que Dios tiene un propósito específico para nuestras vidas, y Él es quien en su voluntad decidirá de qué forma le llevaremos gloria y honra.

Si me preguntas cuál de las mujeres anteriormente detalladas soy, te diré lo que el Apóstol Pablo dijo:

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago; olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3:13-14

No pretendo haber alcanzado algo… Sé que mi deber ante Dios como mujer casada es ser una buena ayuda-idónea. Sé que como su hija debo buscar su sabiduría y por consiguiente me ayudará a ser una mujer virtuosa no ociosa. Sé que debo reflejar la gracia y misericordia de Dios mostrando la misma piedad que Él tuvo hacia mí. Sé (y este si es un mandato Tito 2:3-5) que soy llamada a ser una Maestra del Bien que quiere influenciar a otras mujeres con las enseñanzas de Jesucristo.

Vez como todo va relacionado, pero no me he puesto un estándar porque sé que no podré seguirlo en mis fuerzas y llegaré a sentirme frustrada. Simplemente he dejado que Dios me lleve de su mano y me muestre cuál es Su voluntad para mi vida.

Te animo en que medites y ores pidiéndole a Dios que te revele la forma como puedes honrarlo y glorificarlo, pon tu mirada en la meta no en un estándar de mujer que quieres ser, lo demás vendrá por añadidura.