¿Qué niña no
desea ser princesa? En algún momento de nuestra infancia, nosotras también lo
deseamos. A través de los años hemos visto como las princesas han ido
evolucionando en las películas de Disney, atrás han quedado las dulces,
inocentes y tontolonas como Blanca Nieves, La Cenicienta, Aurora (La Bella
Durmiente), La Bella y la Bestia.
Las películas
casi siempre han ido dirigidas a un público específico: Las niñas, han tenido
un lugar protagónico, mientras que los niños han pasado a un segundo plano.
Aunque con el lema “sé lo que quieras ser
princesa o pirata”, se invita a los niños a que quieran ser princesas y a
las niñas para que quieran ser piratas; promoviendo con sutileza el
homosexualismo.
¿Por qué las
niñas? Bueno, sencillo porque algún día se convertirán en mujeres y tienen
derecho a elegir desde ya lo que ellas quieran ser. De hecho en algunos países
Europeos y en Estados Unidos, los niños o niñas pueden elegir el sexo de su
preferencia.
Antes el sueño
anhelado de las princesas era encontrar su príncipe azul, pero en las recientes
películas de Disney, vemos que ya ni siquiera se necesita de un príncipe para
poder realizar sus sueños, para qué si los pueden realizar por sí solas.
“Brave”, protagonizado por la princesa
Melida, quien se revela contra la autoridad de su madre que intenta hacerla un
poco más femenina en su actuar y libera un conjuro para hacer cambiar de
parecer a su madre. ¿Y qué tiene de malo que le gusten las cosas de hombres? No
necesita casarse, es feliz siendo como es. Lo que llama mi atención son las
palabras de Melida al final: “Nuestro
destino está dentro de nosotras sólo hay que ser valiente para verlo”,
dicho en una sola palabra auto-realización, lo cual deja a Dios fuera de los
planes.
“Frozen”, según un artículo publicado
deja abierta la puerta para que se comience a tocar el tema del lesbianismo en
las películas, ¿por qué no? Si ya hemos visto travestis en Shrek (el bartender) y varios personajes con personalidad
homosexual como el marciano que aparece en Lilo
y El Stich.
Otros
promueven la maldad y el ocultismo como:
“Sofia”, ¿por
qué debe una princesa ir a la escuela de hechicería, aunque sean brujas buenas
las maestras? La maldad, la hechicería y los conjuros (propios del Vudú)
siempre han estado presentes en las películas. Aunque siempre ha vencido el
bien sobre el mal, pero ¿por qué es necesario enseñar el mal?
“Maléfica”, una joven bella que ha
defendido siempre a su pueblo, es traicionada y pobrecita no tiene culpa de volverse
mala, si las personas la hirieron, la traicionaron hasta endurecer su corazón.
No se considera ni siquiera una película apta para niños, mucho menos adultos
que gocen de un sano juicio.
No podemos ser
madres simplonas, dejando que nuestras hijas miren, admiren y copien conductas
de personajes de fantasía de estas películas. Aprendamos a enseñarles lo que a
Dios le agrada. Recuerda:
“Y al que sabe hacer lo bueno y no lo
hace, le es pecado”. Santiago 4:17
Debemos ser
mujeres sabias, Cristianas dignas de imitar, madres que con una fe no fingida guían
a sus hijos tal como lo hicieron Loida y Eunice.
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