"Tú Señor. cumplirás en mi tus planes, tu misericordia, Señor, permanece para siempre; Yo soy creación tuya. ¡No me desampares! Salmos 138:8
¡Hola! ¿Cómo han estado? Ya casi tenía un año de no escribir por acá, ya les contaré más adelante la razón, por lo pronto, deseo contarles lo que me ha pasado los dos últimos días...
Y ahí estaba yo sentada esperando iniciar un "Taller de Liderazgo y Actitud Emprendedora", no sentía muchas ganas de ir, había estado desmotivada, encapsulada con una sensación de vacío que no alcanzaba comprender. Le preguntaba a Dios: ¿Por qué me siento así? No quiero sentirme así, si Tú eres la plenitud que todo lo llena en todo, no debería estar así. No sabía que me pasaba.
Estoy emprendiendo desde hace dos años formalmente en la repostería y estoy inscrita en un programa para mujeres emprendedoras, para poder mejorar mi negocio porque me ha costado hacerlo crecer y que conste que el pan que hago me queda muy rico. También he estado emprendiendo en tejidos de crochet y costura. Nada mal, ¿verdad?
Aunque mi principal emprendimiento es la repostería, cuando nos presentábamos ante un nuevo profesor que nos impartía las diferentes clases, no sentía satisfacción u orgullo cuando me preguntaban y usted ¿qué es o a qué se dedica?, yo decía: "soy repostera". Con mis hijos miramos un programa de televisión que se llama "Reposteros vrs. Impostores", en el cual dos participantes son reposteros y otros dos son impostores (tienen cualquier otra profesión y hacen postres porque les gusta nada más pero no es a lo que se dedican), los jueces deben encontrar quiénes son los impostores. Así me sentía yo, como una impostora diciendo que era repostera, te voy a explicar el por qué.
Muchas veces nos perdemos en el afán de cada día, viendo de qué manera apoyamos en nuestro hogar, principalmente las que somos amas de casa a tiempo completo nos sentimos que debemos emprender en algo para justificar que no trabajamos en una oficina, cuando nuestro trabajo es muy valioso e impagable. Pues yo, me puse a emprender y me olvidé de mi propósito de vida.
Al final del primer día, la coach que nos impartía el taller, nos planteó este ejercicio, el cual hicimos a primera hora el segundo día:
¿Qué es lo que amas hacer? ¿Qué es lo que te apasiona?
Caí en cuenta que no amaba ni me apasionaba la repostería, ni el crochet ni la costura. Comprendí que amo escribir, amo compartir acerca de Jesucristo, quiero impactar a las personas a través de lo que Dios ha hecho en mí por medio de lo que escribo. Pero dejé que las circunstancias y voces negativas me dijeran: ¿Para qué vas a seguir escribiendo libros si en Honduras nadie lee? Escondí con vergüenza mis sueños donde nadie los pudiera ver ni criticar y me olvide de mi propósito de vida, por esa razón había dejado de escribir en este blog.
Existe una gran diferencia entre lo que haces y tú propósito de vida. Lo primero es un medio, una destreza o una habilidad; lo segundo es para lo que Dios te creo y si no lo encuentras, pasarás la vida en diferentes ocupaciones, cavando hoyos sin encontrar un pozo de agua dulce que fluya de ti y refresqué a los que están a tu alrededor.
Hoy leía en Santiago 3:12...
"No es posible, hermanos míos, que la higuera dé aceitunas, o que la vid de higos. Ni tampoco puede ninguna fuente dar agua salada y agua dulce".
No podemos dar lo que no tenemos, no podemos ser alguien diferente a quien Dios nos creo. Hoy puedo decir con satisfacción y orgullo "soy escritora". Mi propósito de vida: Guiar a las personas a Jesucristo, para que encuentren su propósito de vida (como lo encontré yo) y se valoren por la forma como Dios las creo.
Gracias mil Nery Gonzalez (coach certificado de John Maxwell), eres como la varita para encontrar agua de la cual nos hablaste, el instrumento que Dios uso para volver a llenar mi pozo.