- ¿Se sienten los niños presionados o guiados?
- ¿Como madres, somos dominadas por el amor o la frustración?
- ¿Como madres, somos dominadas por el amor o la frustración?
Las dos preguntas están estrechamente conectadas con el liderazgo el cual nace del amor, mientras que la presión nace de la frustración. Como madres podemos decirles a nuestros hijos que exigimos obediencia y hablamos agudamente porque los amamos y sólo queremos lo mejor para ellos. Lo más probable es que nuestros hijos no estén considerando esta explicación. Ellos se sienten como si están siendo manipulados en hacer lo que mamá y papá quieren...
Pero Dios tiene un mejor camino. Se llaman palabras agradables:
"Al de corazón sabio se le llama prudente; los labios amables aumentan el saber. Tener cordura es tener la fuente de la vida; a los necios los castiga su propia necedad". Proverbios 16:21-22
Centrarse en palabras agradables alienta a nuestros hijos. Las palabras agradables también apuntan a la verdadera motivación que debe guiar a cada madre y padre: transmitir un amor profundo de Dios desde el corazón. Esto es lo que el Espíritu Santo nos ordena que hagamos. Debemos tomar las verdades de la Palabra de Dios, tejerlas en el corazón y luego presentar nuestro corazón a nuestros hijos.
Esto es lo que Deuteronomio 6: 5-7 enseña.
"Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón, y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes".
Por lo tanto, nosotras como madres debemos amar profundamente a Dios con todo lo que somos. Este amor se expresa tomando profundamente sus mandamientos para que nuestro corazón se inunde con ellos. Entonces, este amor a Dios y sus mandamientos, se desborda con palabras agradables en la vida cotidiana con nuestro esposo, hijos y quienes nos rodean.
Esta combinación de amar a Dios y hablar palabras agradables, nos permitirán guiar en lugar de presionar. Aun cuando abraces este profundo amor por Dios que estos mandamientos nos requieren que tengamos, nuestros hijos seguirán siendo criaturas pecaminosas que necesitan desesperadamente la gracia de Dios y la nuestra. La diferencia será que no los estarás presionando para comprender lo que sigue siendo difícil de alcanzar para nosotras. Más bien los estarás llevando al mismo lugar que anhelas ir a la cruz y a los pies de Cristo.
¿Estás presionando o guiando? Piénsalo.